Lito Rodríguez, triatleta: «Cando empecei non nadaba nin 300 metros»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

PONTEVEDRA CIUDAD

El triatleta suele hacer muchos de sus entrenamientos en la playa sonense de Coira.
El triatleta suele hacer muchos de sus entrenamientos en la playa sonense de Coira. CARMELA QUEIJEIRO

El sonense comenzó a hacer triatlones a los 36 años y hoy competirá en el campeonato del mundo de Pontevedra

24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la imagen típica de los meses anteriores al verano: gente con chándal y zapatillas que sale a correr en un intento de llegar a julio con un cuerpo escultural. Mientras para algunos el deporte es una manera de verse mejor cuando se reflejan en un espejo, para otros es una forma de vida. Salir a entrenar cada mañana, notar el aire fresco en los pulmones e incluso empaparse bajo un buen chaparrón es la mejor forma de curar el estrés para deportistas como José Ángel Rodríguez, Lito.

La historia del sonense con la actividad física empezó como la de otros muchos hombres de su quinta, jugando al fútbol. Algo más de 23 primaveras invirtió en disfrutar del deporte rey, del que acabó saliendo por culpa del mal ambiente dentro del equipo en el que estaba: «Chegou un momento no que estaba farto».

Fue ahí cuando se marcó su primer pequeño objetivo: ser capaz de correr diez kilómetros sin parar para participar en la carrera Sin-Son 10K. Acabar el recorrido de la ruta, que ahora sería pan comido para el triatleta, significó el principio de una pasión que lo llevaría a superar muchas de sus inseguridades: «Nunca pensei que chegaría ata onde estou fisicamente».

Lejos de la imagen inalcanzable que proyectan algunos deportistas profesionales, cuyos cuerpos esbeltos parecen haber nacido con el único fin de dar zancadas a gran velocidad, Rodríguez matiza que lo que hay detrás de los resultados son solo dos cosas: entrenamiento y constancia.

El hecho de ir alcanzando cada vez una mejor preparación lo llevó a probar suerte con el duatlón convencional, así como en la modalidad de cros, en la que además de combinarse el ciclismo y el atletismo, ambos ejercicios se hacen en montaña, lo que complica la hazaña debido a la naturaleza del suelo y la gran cantidad de obstáculos.

La forma de ser del barbanzano lo empujó a buscar nuevos retos, que encontró en el agua, terreno casi inexplorado para él. Cuando comenzó a entrenar en piscinas se dio cuenta de la falta que le hacía mejorar la técnica: «Cando empecei non nadaba nin 300 metros, en vez de desprazarme parecía que estaba nunha pelexa».

Para el triatleta lo principal es saber ir avanzando poco a poco y evitar poner en riesgo la salud de músculos y articulaciones. «Toco madeira, eu nunca tiven unha lesión grave», asegura sonriendo.

El deportista hace hincapié en la importancia de contar con espacios municipales en los que poder disponer de instalaciones y asesoramiento por parte de profesionales o monitores: «Hai sitios nos que é imposible porque non hai piscina municipal, pero aquí si que temos e é unha sorte».Aunque a él no le importa tanto si la hay o no, pues su rincón favorito para lanzarse al agua helada sea verano o inverno, no es otro que la playa de Coira: «Temos unha ría marabillosa que hai que aproveitar».

Fuerza física y mental

Toda esta preparación no quita que cada paso en un triatlón no sea una mezcla de satisfacción y dolor casi a partes iguales: «Todos sufrimos, os profesionais tamén, todos sufrimos como animais». Piensa que hay gente que lo exterioriza más y otra que menos, pero que nadie se salva del impulso de decir «me planto», aunque sepan reprimirlo.

Una de esas ocasiones en las que pensó que ya no podía más, que tenía que parar, fue en el ironman que completó el año pasado en Lanzarote. Es tal la dureza de esta prueba, que es consideraba por muchos corredores internacionales como Iván Raña como una de las más difíciles del mundo, no solo por su exigente recorrido, sino por las altas temperaturas.

Hoy competirá en las World Triatlon Championship Finals en la categoría de grupos de edad: «Teño 42 anos, a verdade é que me gustaría ter empezado antes, pero tampouco me podo queixar. Todo é mellorable, pero estou contento co que fago». A la cita acudirá con su mujer y su hijo, que siempre le han apoyado en todas sus aventuras: «Non sei que faría sen eles».

El sonense se plantea volver a al ruedo el mes que viene en un ironman en Portugal, pero señala que las condiciones económicas son las que son: «Xa só a matrícula serían 600 euros, máis a estancia e a viaxe... Neste deporte facer ese tipo de cousas ás veces non é posible».