Las respuestas que no tienen preguntas

QATAR 2022

17 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Del aperitivo de hoy, pocas deducciones podremos sacar. Primero, porque Jordania, con el coeficiente 84 entre las selecciones mundiales, por delante de Bahréin y Curazao, no parece una eminencia ante la que extraer conclusiones impepinables. Y segundo porque España, tal y como ya advirtió Luis Enrique, tampoco va a parecerse más que en el relato a la que debute frente a Costa Rica. España será 4-3-3. Seguirá obsesionada con la posesión. Y tendrá en las áreas su mayor enigma. En la propia ha exhibido carencias cuando el rival supera la presión. Sufrirá si le hacen correr hacia atrás. En la ajena, lleva tiempo conviviendo con su falta de pegada. Luis Enrique insiste en un perfil de atacante que no marca diferencias. Ni Morata —el único delantero puro que ha decidido embarcar—, ni los Ferran Torres, Sarabia o Dani Olmo destacan por su eficacia anotadora.

La percepción, basada en el camino que le ha traído hasta aquí, es que España le puede ganar a cualquiera y a la vez ser incapaz de hacerlo con cualquiera. Podría martirizar en su grupo a Alemania, que es la de mayor caché, y estamparse contra Japón o Costa Rica. Todo en función de su pico de acierto. A España es difícil ganarle, pero también le cuesta ganar.

Pase lo que pase, llegue lejos o se caiga en la primera cuneta, Luis Enrique ha hecho todo lo posible para que el foco le acabe alumbrando. Diseñó una selección sin personalidades fuertes, diluida en lo colectivo, con evidente cariz de tropa alineada, y se puso por delante como líder incuestionable. Esa parte del relato la tiene controlada de serie. Para la otra, la externa, se ha convertido en streamer. Bromas aparte, la ocurrencia no es baladí. Luis Enrique, un tipo que nunca concede una entrevista, se contestará a sus propias preguntas —las ajenas producen desgaste— para asegurarse el discurso. Hasta que le haga falta. «En el momento en el que me aburra, me marcho».