El ascensor

Antonio Polo González

RELATOS DE VERÁN

10 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo importante era que no se aplazara nuevamente la reunión. El Presidente de la Comunidad había anunciado en el tablón del portal la convocatoria de una Junta de Vecinos. El orden del día era: avería del ascensor.

Juan se despertó muy pronto aquella mañana. La aventura de su vida consistía en oír la radio y apostar por las cosas más triviales: acertar la hora de llegada del camión de la basura, los coches que se saltarían un semáforo en rojo, o el número de chicas rubias que podrían cruzar la calle en el próximo minuto. Cuatro años antes había tenido otro minuto, uno que llegó a deshora en un stop, ese minuto aciago de aquellos que quieren adelantar a la vida en la carretera de A Coruña. Desde entonces, Juan contempla la vida en una silla de ruedas.

Aquella mañana Juan recordó la última vez que estuvo en el parque. Recordó también que Míriam solía venir todas las tardes al principio. Tomaban un café y luego bajaban al patio, él en su silla de ruedas y ella dirigiéndole para evitar los obstáculos. La silla ocupaba completamente el ascensor. Juan bajaba solo y ella corría seis pisos para franquearle la salida. Algunas veces, la aventura era pasar por el séptimo con parada en el quinto y vuelta al cuarto debido a las frecuentes llamadas de los vecinos. Pero un día el ascensor se atascó en el segundo. Después de estar tres horas encerrado, tuvo que ser rescatado por los bomberos.

La reunión no se aplazó sino que comenzó puntualmente a las diez. Nada más comenzar ya se oyeron los primeros insultos, luego vinieron los gritos y media hora más tarde apareció la Policía. Juan esperó a que su madre subiera de la reunión mientras comprobaba, que al cabo de aquel mismo minuto, terminaban de cruzar la calle tres mujeres rubias como había previsto. Tampoco tuvo que preguntarle si alguna vez la Comunidad decidiría arreglar aquel maldito ascensor. Lo que no se atrevió a preguntar fue, si esta vez también, hubo división de opiniones entre los que deseaban arreglar el ascensor y los que querían comprar una barbacoa para el patio.

Antonio Polo González. 67 anos. Neda.