Los primeros abrazos del sol me han vuelto melancólica y, no sé por qué, me han hecho recordar los momentos inolvidables de mi primera juventud. ¡Días de vino y rosas!
En aquellos tiempos nos sentíamos invencibles, no conocíamos el dolor, podíamos tocar el cielo y, casi, alcanzar las estrellas.
El mundo se nos quedaba pequeño. Compartíamos sueños e imaginábamos un futuro de éxito. Derrochábamos belleza y talento.
Pasaron los años y, como habíamos planeado, algunos de ellos saborearon el dulce y, a la vez, amargo sabor de la fama.
En sus cartas nos hablaban de sus anhelos, triunfos y también de sus momentos de angustia y soledad.
Los tiernos adolescentes de antaño se habían convertido en: la Reina del tecnicolor, la rubia más deseada del planeta, el “animal” más bello del mundo, los ojos violetas que hacían palidecer a la mismísima Cleopatra, el eterno rebelde, el Rey del Rock e, incluso, una princesa de un pequeño país.
Los demás éramos testigos de su gloria y siempre recordaríamos aquellos días como los mejores años de nuestra vida.
Almudena Gracia Castro. 62 anos. A Coruña