Es una fría mañana, la lluvia cae en pequeños diamantes que brillan con los escasos rayos de sol que un algodón gris y oscuro permite atravesar. Caminas tranquilamente hacia el trabajo mientras observas a los árboles bailar juntos la suave melodía del viento, mientras se desprenden poco a poco de sus ropajes de hojas secas. La tierra cambia de color continuamente a medida que cae más y más lluvia, y el barro está decidido a ensuciar todos los zapatos que encuentre, ya sean blancos, nuevos o gastados por el paso del tiempo.
Al lado del sendero por el que caminas, se encuentra un muro de piedra en el que las pequeñas gotas de agua dibujan figuras extrañas sin cesar, que desaparecen en el momento en el que la lluvia se intensifica. Y, justo en ese momento, estalla una tormenta. Corres hacia el trabajo mientras un espectáculo de luces y colores estalla ante ti, semejando a fuegos artificiales creados por la naturaleza.
Cuando por fin llegas, no hay prenda de ropa que no lleves mojada, los zapatos pintados con las acuarelas del barro. El viento decidió hacer una sesión de peluquería deshaciendo tu peinado. Y ahora tienes que ponerte a trabajar. Caminas hacía tu escritorio ante la curiosa mirada de tus compañeros y compañeras. Extrañada, miras el calendario y entonces lo entiendes todo. Hace tormenta y es verano, pero ¡Esta semana estás de vacaciones! ¿Cómo pudiste olvidarlo?
Alba Dopazo Guldrís. 13 anos. Santiago de Compostela.