Huir

Rocío Fariña Seoane

RELATOS DE VERÁN

24 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi mediados de julio. Todo el mundo pensando en huir o escapar a algún lugar de vacaciones. Parece que la esperanza de reconectar con uno mismo está supeditada a esas, como mucho, tres semanas seguidas del año que podemos aparcar los ordenadores o herramientas de trabajo. No así el móvil, que nos acompañará para captar nuestro tiempo y atención sin que apenas nos demos cuenta. Irte a mirar tu pantalla, del sofá a otro lugar, o más peligroso, seguir comprobando tu correo corporativo desde tu tumbona estival.

Hacer en tres semanas lo que no hiciste en las otras cuarenta y nueve semanas del año. Pretender hacer tanto y quedar con tanta gente que acabas más estresado a la vuelta y más frustrado porque no hiciste todo aquello que te hubiese gustado.

Huir. Parece que hay quien se pasa la vida huyendo. Qué decepcionado debe sentirse quien necesita alejarse cada verano de su espacio físico para evitar encontrarse con su propio yo interior y seguir evitando pensar en la rueda en la que se ha metido y que no puede permitirse frenar ni cambiar ni parar ni evolucionar. Dice Sol Aguirre que es muy importante que diseñemos una vida en la que nos queramos quedar. Una vida donde cada día, laborable o festivo, nos permitamos un espacio de hacer cosas que nos gustan, de placer, de parar, de pensar, de aprender, de cambiar.

Busquemos en cada día un rato de verano, de asueto. Para nosotros. Unos minutos. Lo que más nos guste hacer. O si es una ardua labor, busquemos hacerlo una vez por semana.

Así pasarán las semanas y sentiremos que estamos eligiendo parte de la vida que vivimos. Que no renunciamos a todo aquello que queremos. Que parar es posible.

Hace poco en una entrevista el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga dijo: “La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado. Eso no puede ser. Esa vida no es humana”. Totalmente de acuerdo.

“Matarnos” a trabajar para tres semanas de vacaciones al año. Como mucho, veintitrés días laborables cada año. No tiene sentido.

Pensemos. Paremos. Elijamos en los ámbitos que podamos. Y que las vacaciones sean una extensión de la vida, no un lugar al que fugarse.

Rocío Fariña Seoane. 40 anos. Madrid.