Maradía: Ciudad de ciudades

Manuel Pérez

RELATOS DE VERÁN

05 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Era acaso yo el único habitante de Maradía, ciudad de ciudades, o la locura comió de mí, se cebó, y volviéndome loco, me devoré a mí mismo?

Deambulando por sus estrechas calles sentía como se sumían en mí sus alegres edificios, ¿sonreían estos o se estaban riendo de mí?

Contaría mi historia en estos momentos de noche oscura y fría donde es propicio contar historias, pero no se puede contar lo inexistente, no tengo historia, aparecí en esta ciudad, quizá aquel día fue hoy mismo, quizá aquel día nunca existió. Vi al final de la calle un espejo y mire en él, ¡qué horror! Nunca jamás había visto a ningún humano, pero, de seguro ninguno sería tan horrendo como yo, y, si bien con penuria o arte, el reflejo no reflejaba mis movimientos, sino yo los suyos y este comenzó a hablar.

—Eres la viva imagen de individuo, no estás manipulado y ensuciado por sociedades corruptas, no interesa que estés en ella porque no estás alienado por el trabajo y porque eres feo, no encajas en su estética, realmente no existes, tu no ves a la gente y a ti la gente tampoco, o al menos, fingen no verte, y como nadie te hace caso, no existes realmente porque el humano está enfermo, padece de la enfermedad de ser humano y en su egocentrismo piensa erróneamente que es la medida de todas las cosas y dicta lo que es real e irreal, por lo que, como no te ven, no existes. Por lo que tu vida no tiene sentido, trasciende al cielo y abandona este mundo terrenal lleno de banalidades materialistas y objetos de consumismo mundano y vacío, donde el capital asesina el arte y a todo menos a lo pragmático, y tú no perteneces a lo pragmático.

Y así, trascendí al cielo al escuchar tales verdades.