Cuatro patas

Irene Sánchez

RELATOS DE VERÁN

08 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Parece que prefieres a los perros que a las personas», me dicen. ¿Parece? Pienso yo, siempre afirmando para mis adentros. Mi hogar no estuvo completo hasta que lo llené con cuatro patas de amor inconmensurable.

Cuatro patas que me han enseñado que la felicidad solo se alcanza disfrutando de las cosas más simples como si fuesen las más grandiosas.

Cuatro patas que me han hecho compañía en cruciales momentos de soledad, acunando mi melancolía de tiempos pretéritos, donde más apoyos me sostenían.

Con cuatro patas descubrí que el amor no necesita de palabras para ser expresado, pues ya se materializa a través de los actos. Y que, entre nosotros, hay una auténtica comunicación que se ha ido perfeccionando con la convivencia y el conocimiento mutuo.

La gente que asegura «es solo un perro» no son conocedores de cómo te puede aliviar un mal día el regresar a casa y que te sonrían enérgicamente con el rabo.

Así que sí, en muchas ocasiones, prefiero la compañía de los perros, de (mi) perro, a la del ser humano. Mi confianza yace, plácida, sobre un lomo y cuatro patas peludas.

No puedo ni imaginar el día en que tu ausencia se prolongue, como una sombra, entre las paredes de casa; confío en que me esperarás en un cielo que desconozco, y que volverás a menear tu cola de abanico enarbolando el amor y la amistad sincera.

Dedicado a mi fiel compañera de viaje Nela, en esta aventura del ser y del estar.