El soldado sin nombre

Sarah Veiga

RELATOS DE VERÁN

13 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Sumido en el fragor de la batalla, no sabía dónde esconderse. La ciudad estaba totalmente derruida. Los cascotes de los edificios se encontraban desperdigados por lo que algún día fueron calles y, en ellas, miembros de ambos bandos se disparaban sin piedad. Los bombarderos se oían allá a lo lejos, vaticinando un final trágico para todos los que allí luchaban, sin importar el color de los uniformes que llevaban. Observando ese tétrico panorama, acabó por recibir un disparo en pleno pecho. Le provocó un dolor tan atroz que supo, le llevaría a la muerte, quien no entendía ni de vencedores ni de perdedores. Abatido, cerró los ojos para abrazar a su eterna compañera mientras, a su lado, continuaban cayendo los cuerpos de sus amigos y enemigos. Y así, siguió caminando entre las ruinas, ahora convertidas en museo, imaginando todo lo que pudo haber pasado, y preguntándose qué dirían las paredes si pudieran haber hablado.