Primer verano de muchos

Inmaculada Mourín

RELATOS DE VERÁN

16 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Recuerdo con nostalgia el primer día que te vi; era verano y tú, un cachorro adorable y con mucho amor que dar y recibir. Yo estaba sentada en un sofá, y tú, te quedaste dormido a mi lado. Fue el primer verano de los siguientes. No te llamaba por el nombre que te asignaron, sino por el mote cariñoso pirulín. Cada vez que me veías, durante los 14 años de tu vida, respondías al mote con un salto de ilusión, al que yo me predisponía con no menos alegría y amor. Sin olvidar, como no, tus lengüetazos. Tu amor fue incondicional; no nos veíamos con regularidad, más bien diremos que con distancia temporal, aún cuando tu reacción fue siempre la misma. La única diferencia de ese saludo incondicional se debió a la edad. Cuando eras un cachorro, jugabas en el salto. La juventud, conllevaba un salto muy enérgico. La madurez era un salto comedido y cómplice. A tu edad más longeva, en el salto, lento, se notaba el cansancio. No obstante, cuando nos veíamos, siempre había salto, «Tu salto», que, unido a tus lengüetazos, era tu manera de comunicarme tu amor incondicional. Hoy, escribiendo estas líneas, recordando esos momentos de verano, derramo lágrimas de alegría, de memorar lo feliz que fuiste; de nostalgia, de los días felices juntos; y de tristeza, porque ya no estás entre nosotros.

Tu recuerdo perdurará en nuestras vidas para siempre, querido Gus.