Hace 40 años se me dio la primera. Recuerdo que fue en una sala de urgencias, no recuerdo el número, y no fui muy consciente, solo me deje llevar, hasta que los sanitarios decidieron darme esa bola extra. Al ser tan joven, y como casi siempre estaba enfermo, no pensé que me fuera a perder mucho yéndome, si pensé que ya había vivido muchísimo, había exprimido cada hora de los últimos años, pero mi cuerpo no estaba de acuerdo y decidió coger esa bola.
Hace unos meses fui yo el que la pedí. Volvió a ser en una sala de urgencias, esta vez si me acuerdo del número, Box 13, y la situación era completamente distinta. Con ya casi 60 años la sensación de irme me volvía loco. Una, aun no estaba preparado, y otra, pensar en perderlo todo no me hacía ninguna gracia. La primera vez con casi 20 años no veía el futuro, solo pensaba en el pasado, lo vivido con mis padres y hermanos, los primeros amigos, el primer amor, el primer beso, la primera fiesta, todo eran primeras veces, cada día era una mañana de Reyes. Ahora mi pensamiento es otro, mi mente solicitó esa bola, y el cuerpo la cogió, a regañadientes, he de decir, pero la necesito, porque aun tengo mucho por disfrutar. Hoy le doy importancia a cada segundo, lo exprimo como si fuera el último, vivo cada beso como si fuera el último, cada momento con la familia, con los amigos, incluso con el trabajo. Disfruto de cada concierto, cada viaje, cada caña, desecho gente que creo que me va a hacer daño, o poner de malas. Hoy me acuesto como si fuera la noche anterior al día de Reyes, y deseando despertar para abrir los regalos que tendré al día siguiente. Pensar que hace años salí adelante con un «Bueno va, sigamos un poco más» hoy lo cambio por un «Necesito mas, este viaje se me hizo muy corto». En resumen, que siga el juego.