Más de sesenta personas se unieron ayer a la Orden del Camiño de Santiago, que ya alcanza los doscientos «hermanos» Más de sesenta personas se comprometieron ayer a ganarse el jubileo cada Año Santo y a recorrer el Camiño de Santiago al menos una vez en su vida. Ambas promesas son requisito para entrar a formar parte de la Orden de Caballeros y Damas del Camiño de Santiago, que celebró su cuarta sesión de investiduras en el Panteón de Galegos Ilustres, en San Domingos de Bonaval. Este año no lució moreno el actor Michael Douglas, pero la ceremonia contó con Ana Kiro, más «enxebre», pero también resultona. Además, el «comodín» de la Televisión de Galicia traía un bronceado marbellí muy logrado. La solemnidad la añadió el fiscal jefe del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, Ramón García-Malvar. Ellas derramaron rimel. Y ellos apagaron el móvil.
22 jul 2000 . Actualizado a las 07:00 h.La jornada, de maratón, comenzó al mediodía, en el Concello de Melide. Allí, las autoridades locales recibieron a los que desde ayer son nuevos caballeros y damas de la orden. A la iglesia, la del Santi Spíritu, fueron luego a comer. Pero el plato fuerte no llegó hasta las siete de la tarde. El Panteón de Galegos, en San Domingos de Bonaval, fue ayer un poco más ilustre. Alcaldes, senadores y reputados empresarios se confundieron entre un público vestido de gala y maquillado para la ocasión. La ceremonia repitió el ritual de otros años: Juramento; imposición de capa, báculo y bastón; «espadazo»; y firma en el libro de oro de la orden. Pero en esta ocasión hubo overbooking de nominados. Hasta 64 estaban llamados a ser nuevos caballeros y damas. La organización había calculado que el acto duraría una hora. Cuando el reloj se había despistado treinta minutos, sólo diez de los «caballerables» había jurado. Así las cosas, entre el público se juraba también, pero en arameo. Entre las nuevas damas _ellas sólo alcanzaron ocho nominaciones_ destacaba la presidenta de Citroën Hispania, Magda Salarich, que llegó con el tiempo justo para demorarse. Por la noche, mariscos y vinos. A la cena en un conocido hotel de la ciudad, le siguió el baile de rigor. Hasta horas tan altas que alguno se cayó.