En directo | El desfile de carrozas y comparsas más multitudinario en la historia de la ciudad El buen tiempo permitió batir todos los registros de participación y asistencia en el carnaval santiagués
28 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.En Santiago no se celebra el antroido, sino un carnaval en toda regla, al más puro estilo carioca. Así se demostró ayer un año más con un desfile multitudinario que, por un día, transformó la ciudad en una sucursal de las calles del Rio de Janeiro. No faltaron ni los ritmos tropicales ni las mulatas que los bailaran, e incluso el sol asistió puntual a la cita, aunque calentara bastante menos que en la capital brasileña. Pero, sobre todo, hubo gente, mucha gente, una marea humana que desbordó las previsiones hasta el punto de convertir el desfile de ayer en el más multitudinario que se recuerda en la ciudad, gracias en buena parte al hecho de que el día fuera declarado festivo. Las cifras son elocuentes: 60.000 espectadores, cifra histórica según la policía local, se amontonaron en las calles para asistir a un desfile que también estuvo más nutrido que nunca, con 31 comparsas y 18 carrozas, al margen de los participantes individuales y de las parejas. Todo un exceso muy propio de las fiestas de Don Carnal, pero que desbordó las previsiones de la organización y a punto estuvo de deslucir la fiesta. La gran cantidad de participantes ralentizó el ritmo del desfile y provocó que cada una de las carrozas y comparsas tardaran casi dos horas en completar el recorrido, con salida en la estación de ferrocarril y llegada a la calle Senra. La estrechez de las calles tampoco ayudó, haciendo casi imposible distinguir dónde acababa una comparsa y dónde empezaba la siguiente. Crítica y burla A nadie pareció importarle este desorden. De lo que se trataba era de pasarlo bien, y el objetivo se cumplió sobradamente. El público rio a gusto con las ocurrencias de algunos de los participantes, sobre todo de los pocos que se atrevieron a aprovechar la ocasión que brinda el carnaval para despacharse a gusto con los políticos. Las víctimas preferidas en esta ocasión fueron el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y su vicepresidente, Anxo Quintana, parodiados por una comparsa que también se ensañó con el Gobierno de Zapatero. Es el precio a pagar por el poder. En cambio, se libraron del escarnio blancos habituales otros años, como Fraga o Aznar, para los que apenas hubo algún guiño en los disfraces individuales. Tampoco faltaron referencias a la actualidad, como la gripe aviar, Fernando Alonso y su campeonato del mundo de Fórmula 1 o la denuncia, cómo no, de los vecinos de O Eixo y de O Castiñeiriño. Pero los más abundantes fueron los disfraces clásicos, los que nunca fallan: piratas, romanos, frailes, toreros y, por supuesto, todo tipo de animales poblaron ayer las calles compostelanas. Junto a ellos, los niños protagonizaron algunos de los momentos más tiernos y divertidos del desfile, siempre ante la mirada orgullosa de los padres. La fiesta de los niños Entre el público, por cierto, también abundaban los pequeños, hasta el punto de que en varios puntos las aceras estaban colapsadas por los cochecitos, y más de un padre acabó la tarde con los hombros cargados y doloridos tras cargar durante varias horas con el peso de sus hijos. Pero ¿qué sería del carnaval compostelano sin los niños? Ellos fueron los que más disfrutaron y también los que más espíritu aportaron a la fiesta, ya que a ninguno de ellos le faltó el disfraz. No se puede decir lo mismo de sus padres, ya que raro era entre el público el adulto que se había atrevido a ir más allá del antifaz, la careta o el bigote postizo. A partir de las siete y media, el desfile se disolvió y dio paso a una fiesta en la praza Roxa en la que, de nuevo, triunfó el espíritu brasileiro, aunque cantantes y bailarinas atacaron los ritmos de samba sin poder evitar que el frío les pusiera la carne de gallina. Y es que, a pesar de las apariencias, Santiago sigue sin ser Rio de Janeiro. TOREROS. La comparsa bautizada Paquito el chocolatero arrancó las risas del público por su falta de complejos y sus bailes. ESPÍRITU DE ÉPOCA. Los niños fueron los que más disfrutaron y raro era el que no llevaba su propio disfraz. MINISTRA PARODIADA. Muy celebrada la parodia de la ministra de Cultura vestida por Agatha Ruiz de la Prada. ESPECTADORES PRIVILEGIADOS. A la multitud congregada en la calle se sumaron los vecinos de muchos pisos del Ensanche, que evitaron el frío. BURLA MUSICAL. El rockero británico Elton John no se libró de las burlas de la comparsa compostelana llamada La boda irreal de Carlos y Camilla.