Santiago acaba de recibir el premio Reina Sofía por su accesibilidad. Sin embargo, en el casco histórico no deja de haber deficiencias, y lo puedo comprobar en el edificio donde trabajo y en mi vivienda. En estos momentos, ni yo ni nadie de mi familia tiene problemas de movilidad, pero nunca se sabe. ¿Hay algún tipo de ayudas para hacer más accesibles las viviendas? ¿Están presentes estas circunstancias en los proyectos del Consorcio? Siendo más concreto: ¿Es posible instalar un ascensor en una vivienda del casco histórico de Santiago? El jurado que otorgó el premio a Santiago de Compostela entre las ciudades de más de 100.000 habitantes, valoró la eliminación de barreras arquitectónicas en edificios, en el transporte y en la comunicación. Santiago eliminó totalmente los coches de su casco histórico a finales de los 80. Sin duda esta medida fue fundamental para ser merecedora del premio, pues no cabe ninguna duda de que la gran barrera arquitectónica en las ciudades es la de su tráfico. Además, recientemente, se han eliminado barreras físicas en las calles sustituyendo escaleras por rampas, de tal manera que desplazarse por la ciudad con movilidad reducida no tiene el inconveniente de las aceras o las escaleras. Un decreto de la Xunta del 2000 regula la ley de accesibilidad y supresión de barreras en la comunidad autónoma de Galicia. Y las barreras en materia de accesibilidad son todas aquellas que limitan o impiden el acceso y la comunicación sensorial de las personas con movilidad reducida o con cualquier otra limitación. La accesibilidad de las viviendas y de los edificios de uso público ha sido una obsesión para los arquitectos del Consorcio, pues lo que siempre nos ha preocupado ha sido hacer «trajes a medida del usuario», sea una vivienda o un edificio de uso público. Buenos ejemplos son la Fundación Torrente en la rúa do Vilar y la Fundación Granell en la praza do Toural, ambas obras proyectadas y dirigidas desde el Consorcio, en donde el hecho de instalar un ascensor y rampas desde la calle ha sido la columna vertebral del diseño en ambos edificios. Una vieja frase entre los arquitectos del Consorcio es que «el tiempo es oro con los pacientes». O sea, hablar con el ciudadano solicitante antes, durante, y después de la obra. Instalar un ascensor es posible y si se han hecho pocos es por la dificultad de poner de acuerdo a los vecinos de la casa, pues el espacio casi siempre es pequeño. Las ayudas para instalar un ascensor pueden rondar en torno a un 30% de su costo.