Hay herencias que bien merecen empeñarse para sacarles todo el partido. Claro que es cuestión de oportunidad, porque una propiedad familiar del año 1885, que es una casona rural situada en un entorno natural privilegiado y a escasos kilómetros de centros urbanos con lugares de interés cultural y turísticos, no se tiene así como así. La tuvo el profesor de Educación Física compostelano Gerardo Anllo , muy vinculado al deporte local por su implicación con diferentes equipos de baloncesto en las dos últimas décadas. Sacó tiempo de su maratoniana vida para meterse también en el negocio de la hostelería. En los últimos cuatro años ha logrado rehabilitar la que se denomina Casa Grande de Anllo, una propiedad familiar recuperada para el disfrute de las personas que se acerquen por Sistallo, en el municipio lucense de Cospeito, y busquen un alojamiento agradable y con encanto. Ofrece siete habitaciones y dependencias para celebrar eventos sociales y corporativos como los que ya tienen lugar desde su apertura hace unas semanas. También dispone de un restaurante abierto al público en general, al frente del cual está uno de los hijos de Gerardo, después de haber adquirido experiencia en otros locales compostelanos. Editor, entre otras cosas. Que alguien como Alejandro Diéguez sea editor, además de dedicarse a otras actividades profesionales, no resulta raro, porque a este hombre de negocios y de acción no le asusta el riesgo. Y la editorial Ézaro, que ya tiene una vida larga, se mantiene en pie publicando títulos de géneros y temáticas bien variadas, pero dentro de una línea editorial que no se ciñe a criterios de mercado, y que se distingue por el mimo de sus cuidadas y elegantes ediciones. El último libro que acaba de sacar es una novela, Confines , la primera del periodista y crítico musical coruñés Quinito López Mourelle . La obra anterior fue la traducción al gallego de A pel fría , la última novela de Albert Sánchez Piñol , antropólogo y escritor catalán que se reveló en el 2002 como autor de ficción con esta historia.
El Premio Aresa de Desenvolvemento Rural, promovido por Universidad de Santiago y la compañía Aresa, acaba de incorporar al jurado que fallará el galardón de la octava edición al rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso Peña , y al catedrático de Endocrinología y Nutrición de la Complutense de Madrid Aniceto Charro Salgado . Las personalidades que completan este comité de expertos son el rector de la USC, Senén Barro Ameneiro ; el vicerrector de Coordinación del Campus de Lugo, Carlos Herrero ; y el presidente del grupo empresarial lucense que da nombre al certamen, Álvaro Rodríguez Eiras . El premio, que se entregará el viernes de la próxima semana en Lugo, está destinado a incentivar la investigación y el desarrollo del medio rural, así como iniciativas empresariales del sector que sean innovadoras. En la primera edición el premio fue para una industria del grupo Coren, pero en la segunda, en el 2001, el Premio Aresa recayó en el profesor e investigador compostelano J avier Guitián Rivera por un estudio sobre O Caurel. El Aula de Produtos Lácteos del Campus de Lugo recogió el de la tercera edición, y en la cuarta el galardonado fue el actual director general de Investigación de la Comisión Europea, José Manuel Silva Rodríguez , que en aquel momento ocupaba el mismo cometido en el área de Agricultura. El premio de las tres últimas ediciones fue para Ternera Galega, para el programa de la Televisión de Galicia O Agro-labranza , y para el Consello Regulador de la Denominación de Orixe Ribeira Sacra, que reúne a cien bodegas y a cerca de tres mil viticultores de la zona. Premio a una realidad centenaria. El alcalde, Xosé Sánchez Bugallo , recogerá el próximo miércoles una distinción que sin duda merece esta ciudad, al menos por la promoción indirecta que hace del uso del granito. Porque el galardón Concello de Pedra lo otorga la Asociación Galega de Graniteiros, que preside Gumersindo Alonso . El objetivo de este premio es reconocer a los concellos que tienen al granito de protagonista en sus planteamientos urbanísticos. Antes de Compostela lo merecieron Mondariz-Balneario, Pontevedra y Vigo.