Ni la lluvia ni la ceniza impidieron el primer concierto gallego «Live in the Living» en una casa de Teo
11 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La música, cansada de los grandes espacios parece, cual enredadera, querer tomar los jardines y salones de las casas, pulsión que ha sabido captar un intuitivo músico holandés que puso en marcha una experiencia revolucionaria, Live in the Living (En vivo en el salón), con la que usted mismo se puede montar un festival a la carta en la intimidad del hogar. Algo así como los guateques de los años sesenta y setenta, pero con sus músicos preferidos en vivo, sin sufrir la incomodidad del aparcamiento, las colas, apretujones y malos modos.
Hasta ahora tan solo las grandes ciudades de Holanda, Alemania y España venían organizando estos peculiares encuentros musicales. Galicia tuvo el fin de semana su bautismo en esta práctica, y no fue en ninguna de sus villas y ciudades sino en un bucólico paraje vecino a Santiago, en la aldea de Pedrouso del concello de Teo. Allí, en un jardín con pastoril fondo de ovejas y perros, estaba preparado el escenario para acoger el primer festival Live in the Living (LITL) de Galicia. Xavier Valiño, promotor de esta primera iniciativa LITL en el país, preparó su jardín con mimo para que las 42 personas que adquirieron sus entradas disfrutasen en el verde auditorio de este íntimo concierto. Pero el día, que amaneció ceniciento, se tornó lluvioso y hubo que cambiar de escenario, más no de filosofía, emergiendo una vez más el encanto y las ventajas de lo pequeño. En breves minutos el anfitrión decidió que había que irse con la música al breve espacio del garaje de su hermosa casa, enclavada en un alto del valle, como faro sobre mar de niebla.
Al calor del garaje unas 65 personas entre público, músicos y técnicos, disfrutaron del festival de bolsillo con la música de los holandeses Mist y los gallegos Nadadora y Nouvelle Cuisine. La procedencia del público, que adquirió sus entradas por 10 euros en la web de Live in the Living , era mayoritariamente gallega. La excepción, una chica estadounidense que estaba de viaje por Rusia. Nos preguntamos cómo pudo dar con Pedrouso y la casa faro de Valiño la joven norteamericana. La explicación: con su entrada la gente traía también un mapa para no perderse en el laberinto de pistas.
Sin el temor a cómo sería la agobiante salida tras el concierto, el público disfrutó relajadamente de la música de Mist, Nadadora y Nouvelle Cuisine. Otra cocina más enxebre les estaba esperando, al terminar el festival, en el cercano Fogar do Santiso, con queimada y conjuro final.
Así es que quien quiera conjurar los incómodos festivales de masas, en Live in the Living tiene el medio. Pero debe saber que implica ciertos requisitos. Se necesita un salón de al menos unos 25 metros cuadrados en el que poder sentarse cómodamente entre 30 y 40 personas, espacio diáfano a ser posible, y que el anfitrión esté dispuesto que esas personas disfruten de su salón y de su baño.