Entre las clientas del diseñador de Lugo se encuentran Paula Echevarría, Cristina Brondo o Raquel Sánchez
31 ene 2011 . Actualizado a las 12:34 h.Tras adquirir una intensa formación en moda y Bellas Artes, el diseñador lucense Jorge Acuña se trasladó a Madrid para licenciarse en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense. Allí obtuvo el primer premio de Creatividad otorgado por dicha universidad y la agencia de publicidad McCann-Erikson, lo que le permitió incorporarse como creativo publicitario a la empresa.
En los años siguientes le llegaría la oportunidad de desarrollar sus conocimientos en el ámbito de la moda trabajando con diseñadores como Juanjo Oliva, Carmen March, Fosca Bertrán o Sybilla, así como en las pasarelas Cibeles, Gaudí y la Semana de la Moda de París.
Forjado así en los talleres de Oliva, March o Sybilla, el joven diseñador fue abriéndose hueco con armas clásicas entre los nuevos nombres de la moda española a través de un taller en el que, ahora sí, sus clientas desnudan su alma para vestir su cuerpo.
Porque cuando Acuña, nacido en Lugo en 1982, llegó a Madrid, no se atrevió a enfocar su carrera hacia lo que más le gustaba. «Descarté la moda -dice el creador- porque me parecía un mundo alejado de mi realidad, que no consideraba ni siquiera factible».
Los imperativos de la vocación, no obstante, acabaron por emerger, aunque con la idea de romper con esa imagen intocable de la moda.
«De quien más he aprendido ha sido de mi experiencia con las mujeres reales. De escuchar sus necesidades, sus fobias, lo que quieren y lo que no quieren», señala, y, quizá por eso, en su taller en Madrid ha colocado un diván frente al probador.
Sueño cumplido
Jorge Acuña crea su propia firma en el 2007 y a finales del año siguiente inaugura su actual espacio en la calle Almirante de Madrid. Es en este lugar donde el diseñador trabaja, recibe a sus clientas y expone también sus últimas colecciones. Su atelier se concibe como un laboratorio de ideas creadas por la sinergia entre el diseñador y la clienta. Partiendo de la idea de que las diferencias físicas y psicológicas de la mujer deben sustentarse también estéticamente, Jorge Acuña trata de orientar cada propósito hacia el vestido ideal.
«Antes de diseñar un vestido a una clienta mantengo un diálogo extenso con ella. Para saber quién es o quién quiere proyectar, para que sea la inspiración última de su propio vestido. Esa, para mí, es la idea más lujosa que existe», asegura.
Por ello, por menos de lo que costaría un prêt-à-porter de una gran marca, Jorge Acuña crea prendas de costura a medida para «un tipo de clienta que quiera invertir en un tipo de moda especial para situaciones especiales, pero también clientas que quieren vestir costura en momentos cotidianos».
«No quería una terapia para mi creatividad solamente, no crear cosas inservibles que solo hablaran de mí», reconoce quien va haciendo sus pinitos en las alfombras rojas de actos sociales y preestrenos, vistiendo a nuevos talentos como Paula Echevarría, Cristina Brondo o Raquel Sánchez Silva.
Innovación
Desde vestidos de novia a abrigos, Acuña apuesta por «trasgredir con herramientas clásicas, pero no escandalizar... aunque tampoco hacer pensar que el atelier está anclado en 1950», explica el diseñador, que tiene en la seda su talismán.
Por supuesto, Galicia es parte fundamental de quién es él. «Mi percepción del mundo se gestó en Galicia y estoy muy orgulloso de ser gallego. Creo que en Galicia hay una sensibilidad muy especial a la hora de convertir la realidad en preciosas fábulas. Al fin y al cabo de eso trata la moda, de soñar. Quizá por ello seamos los gallegos tan importantes en este sector», asegura.
De momento, este gallego que dedica su aguja «a una mujer que aprecia la excelencia en la costura y el diseño y que disfruta la moda por encima de las marcas y las tendencias» se centra en sus clientas cada día sin pensar en proyectos futuros. «Tengo pendiente el diseño de muchas prendas antes de finalizar el mes. Pero en un plazo indefinido, puede que explore la posibilidad de hacer una colección prêt-à-porter que me permita acercar mi trabajo a más mujeres», concluye.