Ortega Cano, el doliente

Por Sara Carreira

SANTIAGO

El accidente de la semana pasada fue la gota que colmó el vaso de los últimos cinco años de vida del torero. La pérdida de su mujer y de su madre, figura imprescindible en su biografía, abrió un camino tortuoso que concluyó con las discusiones en público de su familia y la muerte de un hombre que viajaba por la carretera equivocada

05 jun 2011 . Actualizado a las 16:31 h.

La finca Dehesa Yerbabuena, donde sellaron su amor José Ortega Cano y Rocío Jurado a golpe de flash y canciones a gustito, es un negocio redondo. Ahora está claro, pero hace cinco años, cuando el torero se hizo cargo de su gestión, no parecía algo tan seguro. Posiblemente, el estado de cuentas de la finca -en la que se organizan bodas y visitas, además de ser el sello de una ganadería propia- es lo único que ha ido bien para el cartagenero desde la muerte del que, sin duda, parece el amor de su vida.

Cuando la España del cante debía recordar el lustro sin Rocío, el pasado miércoles, los titulares llevaban el nombre de su viudo. Y en las peores condiciones: entre la vida y la muerte, con las piernas destrozadas, hemorragias internas, sedación y ventilación mecánica, control en una uci y hasta una fisura en una vértebra. Tiene que recuperarse de dos operaciones de seis horas que le practicaron el domingo. El último parte médico que se recogió al cierre de este suplemento, el viernes por la mañana, decía: «El paciente continúa sedoanalgesiado, habiéndose comenzado a disminuir la sedación, dependiente aún de la ventilación mecánica, con ligera mejoría de la función respiratoria, con estabilidad hemodinámica y sin nuevos datos significativos en su evolución clínica».

Todos los días aparece un titular a media mañana sobre el empeoramiento de Ortega Cano o sobre su recuperación casi milagrosa -la última es que abre los ojos y reconoce a sus familiares-, pero nada que confirmen los médicos del hospital universitario Virgen de la Macarena de Sevilla, donde se le atiende desde que en la noche del sábado 28 de mayo ingresó tras un brutal accidente de tráfico. De hecho, los médicos no se atreven todavía a quitarle la ventilación mecánica porque no podría respirar por sí mismo.

El suceso se produjo en una carretera, la A-8002, que el ex torero conocía bien. Tal vez por eso iba a velocidad excesiva, porque lo cierto es que la Guardia Civil no tiene constancia que el causante del accidente fuese el exceso de alcohol (si bien el juez ha pedido que se custodie la muestra de sangre que se tomó al torero en el momento del accidente para corroborar que no hay restos). De lo que parece no haber duda es de que, despiste o imprudencia, fue el propio Ortega Cano el que provocó el siniestro al tomar una curva y salirse del carril: un brutal choque frontal entre su todoterreno Mercedes contra un Seat Altea que viajaba en sentido contrario. Tan fuerte fue el golpe que el motor del Seat salió lanzado por los aires a unos 300 metros de distancia y golpeó un tercer vehículo, por suerte sin más consecuencias. El que sí las sufrió, y las peores, fue Carlos Parra Castillo, el conductor del Seat, un vecino de Castilblanco de los Arroyos que murió por el traumatismo. Deja viuda, dos hijos y unos vecinos enfadados con las muestras de solidaridad hacia el torero, pero que olvidan al muerto.

La familia de Ortega es consciente de este hecho y, además de enviar un telegrama de pésame a la del difunto, Mari Carmen Ortega teme que, si su hermano se recupera físicamente de este trance, quede psicológicamente destruido cuando sepa que ha causado directamente la muerte de una persona. Las otras víctimas de todo este drama son los hijos de Ortega, José Fernando (17 años) y Gloria Camila (15 años), dos jóvenes que viven con angustia el estado de su padre: el chico, encerrado en una habitación cercana a la uci y la chica, más optimista.

Y mientras todo esto ocurre en el interior del hospital sevillano, en la entrada las cámaras están a la caza del famoso, sea la hijastra del herido Rocío Carrasco -discreta y apoyando a Ortega-, sea Jesulín de Ubrique, o sea cualquiera de los familiares o los personajes del toreo.