El primer mito de la Fórmula 1

Por Juan Ares

SANTIAGO

En el centenario de su nacimiento, el argentino Juan Manuel Fangio sigue siendo para muchos el mejor de la historia

26 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Juan Manuel Fangio, el mítico y recordado piloto argentino, es el único en la historia de la Fórmula 1 que ha conseguido cinco títulos mundiales, solo superado por el prodigio moderno de Michael Schumacher, con siete. Sin embargo, el Chueco, como se le conocía, vivió una época más heroica y difícil que el alemán, además de que tuvo una efectividad cercana al 50% en sus participaciones, ya que consiguió 24 victorias en solo 51 carreras. Fangio labró su leyenda al volante de las marcas italianas, ya que militó en Alfa Romeo, Ferrari y Maserati, donde se encontraba a gusto, porque era hijo de emigrantes italianos. Sin embargo, también se alineó en la escuadra de las imbatibles «flechas de plata» alemanas de Mercedes.

Su carrera deportiva se prolongó hasta los 46 años, cuando consiguió su último título mundial y precisamente protagonizó ese año su carrera más épica, en el difícil circuito de Nürburgring, el llamado «infierno verde», con su diabólico trazado de 22 kilómetros lleno de carruseles en medio del bosque, en el que persiguió hasta el final a los dos Ferrari que iban en cabeza. Ese triunfo sería el epílogo de su brillante trayectoria.

Pero, al margen de su grandeza como piloto, su leyenda también se fraguó en episodios de su azarosa vida personal, como el secuestro del que fue víctima en 1958, mientras disputaba el Gran Premio de Cuba. Fangio fue secuestrado durante unas horas por un comando del Movimiento 26 de Julio, al que pertenecía el mismísimo Fidel Castro. A las pocas horas le soltaron, tras impedir que disputase la carrera.

Retirado de la competición, ya rebasada la cincuentena, el Chueco siguió participando activamente en aspectos organizativos, tanto en Europa como en América, al margen de dirigir sus negocios, como el principal concesionario de Mercedes en Argentina.

Juan Manuel Fangio, que se había dedicado a la mecánica tras abandonar prematuramente sus estudios, vivió toda su vida entregado al automóvil. Sin descendencia, falleció en 1995, tras haber recibido todos los honores deportivos posibles, e incluso un museo en su Balcarce natal.