Insumisión o dimisión. Eso fue lo que ayer pidieron de nuevo los diferentes colectivos representados en el claustro al rector, al que solicitaron que se pusiese al frente de las protestas contra lo que la Liga Estudantil Galega y A Trabe calificaron de «desmantelamento da universidade pública» o que se quitase de en medio. Lo segundo, por el momento, parece que está descartado. «Non estou por rendirme», sentenció Casares Long después de la sesión del claustro. Seguirá buscando apoyos que lo coloquen de nuevo en una posición de fuerza y den mayor legitimidad a sus decisiones porque «temos que seguir».
Lo cierto es que el rector reconoce que ha buscado esos apoyos pero no ha sido capaz de encontrarlos. ¿Por qué? «Son un caso atípico, sempre o dixen. Non teño grupos de apoio incondicional a favor do meu traballo» y eso «pon á xente fóra de contexto». Sin embargo, Casares quiso recordar a la comunidad universitaria que «o reitor non é inimigo nin contrincante de ninguén» y que «rachar con esa teima» le ha hecho pagar un alto precio.
Sobre la minoración de los salarios del personal, el rector aclaró que está ya en marcha el proceso de constitución de la mesa de negociación conjunta para negociar cómo meter la tijera y sigue aguardando a que la Xunta envíe las directrices sobre la aplicación de los recortes.
Además, aprovechó para explicar que había decidido retirar del orden del día la aprobación de la programación plurianual al entender que no tenía sentido someter a debate unas líneas de actuación que se redactaron en noviembre y que ya se habían puesto en marcha desde hace meses.