Extrapolar en Santiago a menudo ha sido un estupendo pasatiempo

Xosé manuel cambeiro LA VOZ/ SANTIAGO

SANTIAGO

En política nadie dice usted primero, caballero, salvo que sea para enseñarle la puerta de salida

03 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En política nadie dice usted primero, caballero, salvo que sea para enseñarle la puerta de salida. Pero todo indica que a la segunda va a ir la vencida y no se repetirán las elecciones generales. Hay alguien detrás aguijoneando a los cuatro jinetes políticos de Madrid que deben ponerse de acuerdo. Al menos dos líderes sienten la espuela aplicada desde dentro de sus filas para que hagan lucir su generosidad, al fin y al cabo todos los compromisos son desinflables. Y eso pone gobierno.

Si se repitieran los comicios sería otra oportunidad más para repasar el tablero del ajedrez de Santiago y verificar el movimiento de las piezas. Avances, retrocesos, deserciones, adhesiones, dónde estaba aquel el 20D, dónde se halla hoy. Caras de optimismo, pesimismo o escepticismo, que pueden no ser las mismas.

Esta vez los comentarios sitúan a un Agustín Hernández radiante y a un Martiño Noriega lloroso. Los ganadores y perdedores no están en Madrid, sino en Santiago. El verbo más utilizado en estos casos es extrapolar, pero en realidad lo que se está haciendo es interpolar unos resultados y anidarlos en el contexto local. Y eso solo se consigue en unas elecciones municipales. Muchas opiniones dan por sentado que hay nuevos ediles detrás de los escaños actuales esperando a que se levanten sus dueños para ocupar su sitio.

Históricamente, Compostela sostuvo un comportamiento muy peculiar en las convocatorias electorales. A más de uno le pareció ver sonreír irónicamente a Xerardo Estévez (felicidades por la merecida medalla Castelao) o a Xosé Sánchez Bugallo tras unos comicios generales o autonómicos adversos para su partido. A veces con marcadores de auténtica paliza. Y en las siguientes elecciones locales verles celebrar históricos triunfos en su feudo, para desgracia de los otrora radiantes analistas que lideraban la oposición.

De hecho, solo un pequeño puñado de votos logró cortar hace cinco años la trayectoria municipal. Obtuvo el laurel Gerardo Conde Roa. Solo le dio tiempo a olerlo un poco. Fue la única incursión popular, junto al bienio del regidor Viéitez, en el principal despacho de la ciudad.

Nuevo rumbo

La historia emprendió un nuevo rumbo hace un año, con la irrupción de un novedoso estilo ajeno a los altares, a distintos altares, que algunos sectores vieron como el descenso de Sierra Maestra. A esa fórmula de gobierno hoy sentada en Raxoi le han arrebatado un año después 2.600 papeletas. La mirada de Noriega reflejada en la fotografía del día después del 26-J no es la de alguien a quien le sonríe la vida.

Pero seguramente tiene que ver esa expresión melancólica, más que con el bajón local, con la incardinación de Compostela Aberta en un partido nuevo que ha de afianzar su futuro y que es la peana de tres grandes alcaldías gallegas. El PSOE de Estévez es un partido añejo y En Marea intenta serlo entre empujones y codazos internos. Si un mal envión arroja a la formación al suelo y la hace añicos, adiós muy buenas.

El 26-J no dejó un panorama local desalentador para CA, si uno juega a extrapolar, por cuanto el desgaste de estos primeros meses de mandato ha sido patente. Mantiene un banco de votos notable, pero es mayoritariamente un caladero del 26-J. ¿Cuánto de la imagen de Noriega y de la flojera de su gobierno anual se vio penalizado en esos 2.600 votos perdidos? Es hacer cuentas de ábaco o ver «Presentimientos».

Una de las bondades de los resultados poselectorales es que, al compás de los sufragios, sirven para animar o desanimar. A Agustín Hernández le han permitido ensanchar su sonrisa y ver ensanchados sus horizontes. Ha hecho similares declaraciones que María Jesús Sainz o Dositeo Rodríguez tras convocatorias autonómicas y generales, con el sol popular resplandeciendo en el cielo. ¿Se presenta hoy mejor el horizonte que en esa época? El portavoz popular conocerá su grado de confianza y optimismo, que debe distribuir en los tres años que restan de mandato.

El PSOE, por su parte, habrá de clavar mucho el piolet, y el BNG desmentir los resultados del 26-J, que no son municipales.