Menú de cuento

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

16 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De todos los ámbitos de la gestión pública, el de los comedores escolares es uno de los más delicados y engorrosos para las administraciones. Los menús, debidamente equilibrados en su composición, deben llegar a los centros en unas condiciones óptimas que garanticen su calidad. En el caso de los colegios públicos de Santiago, el cumplimiento de esos requisitos queda fuera de toda duda. Pero el servicio sigue siendo el quebradero de cabeza de todos los veranos para los gestores municipales, que deben buscar la mejor atención con los recursos de los que disponen, y para las familias, que no acaban de ver satisfechas sus demandas de implantar un modelo diferente al de un cátering que, pese a las mejoras incorporadas, seguirá cocinándose a decenas de kilómetros de los colegios.

Por fortuna, más allá de estas y otras demandas que obligan al Concello a seguir trabajando en mejorar la receta, el curso escolar arrancó en Santiago sin incidencias significativas en lo que atañe a la prestación del servicio de comedor. No sucedió aquí el rocambolesco episodio que se ha vivido esta semana en un colegio de Estepona al que un contratiempo dejó sin cocinera. El centro solventó el problema encargando más de 300 menús al Burger King para alimentar a los chavales. Sin entrar en otros debates, lo que es seguro es que ninguno puso pegas. Este caso evidencia cómo ni siquiera los pocos colegios que quedan con cocineros están libres de verse obligados a tomar algún atajo de vez en cuando. Aún así, el debate entre modelos deja muy poco margen para la discusión. El fogón siempre ganará de calle al cátering. Demasiado arroz para tan poco pollo.