Duende

Joel Gómez SIN INTENCIÓN

SANTIAGO

03 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El reconocimiento de Federico García Lorca en Compostela alcanza este año su punto álgido: al libro en el que Henrique Alvarellos recupera con exhaustividad su primer viaje a la ciudad, en 1916, se suma el premio que convocó el Casino; nuevas reediciones de los Seis poemas galegos del Consorcio y de Chan da Pólvora (esta última con una nueva e interesante lectura de esas composiciones); o el nombramiento de hijo adoptivo, en julio, por el pleno municipal. El impacto de la ciudad sobre el autor andaluz queda patente ya en un artículo de 1917, y en su primer libro editado en 1918. Desde entonces hubo otras muestras de seducción mutua. Así consta en las páginas de este periódico, donde en 1932 Rey Alvite relataba una nueva visita porque «quiere escribir un poema sobre Compostela» (lo publicó aquel año); o poco después, en agosto, Ortiz Novo refería el éxito teatral de La Barraca en la Quintana.

La relación se prolongó. Como en una célebre conferencia, en la que enfatizó el duende que, según dijo, «llena de sangre, por vez primera en la escultura, las mejillas de los santos del maestro Mateo de Compostela». ¿Lo percibirán quiénes acuden estos días a ver el Pórtico? ¿Qué idea se llevarán del arte elaborado en un momento de esplendor político y cultural de Galicia como el que permitió esas producciones? ¿Tendrán al menos conocimiento de que existió, o quedará su paso ante el imponente monumento como un acto de consumismo turístico sin mayor interés, y con cansancio por la calurosa espera?

Quizá García Lorca, en un momento así, renovaría su formulación del duende.

Los poetas tienen, a veces, esos aciertos.