Las gafas de Marilyn

Emma Araújo A CONTRALUZ

SANTIAGO

03 abr 2019 . Actualizado a las 12:38 h.

Pocas pintadas hay en mi barrio de Salgueiriños, pero hay una que me encanta: «No importan los ojos, importan las miradas». Este mensaje tiene infinitas lecturas, pero como el mundo está hecho unos zorros, mi primera asociación de ideas fue de lo más extraña. Me acordé de Marilyn Monroe y del polémico anuncio soez y machista de una conocida firma de gafas a la que le vendría muy bien graduarse la vista y el gusto.

Siempre pensé que para esta actriz de tan rotunda belleza ser miope era una gran ventaja porque le permitía sobrevivir a tantos ojos que no saben mirar y al mismo tiempo utilizar la consabida muletilla del despiste y tirar del argumento de que no ves un burro a tres pasos, aunque siempre lo huelas. Todos sabemos como acabó Marilyn y quizá haya quien piense que en la raíz de sus males estaba que no tuvo mucha vista para hacer frente a la vida con la que tuvo que lidiar, en buena parte por como el mundo la miraba.

Pol Pot mataba a la gente por el simple hecho de llevar gafas, ya que el líder de los jemeres rojos relacionaba binóculos con lectura. Y ya se sabe, que cuanto más leas, más piensas, aunque haya quien se crea que las gafas son una buena herramienta para confundir objetos con personas, y hasta con entrepiernas.

Está claro que lo que importan son las miradas porque hablan el mismo idioma, incluso las que utilizan gafas para neandertales. Menos mal que cada vez son más las personas cuya mirada nos ayuda a ver burros a tres pasos. Y de paso, descubrir que Marilyn Monroe medía 166 centímetros, uno más que su coeficiente intelectual.