La gran virtud del Compostela es que sabe explotar sus características y ante el Deportivo le salió un partido muy completo, sin fisuras, en el que jugó con mucha personalidad. Dispone de jugadores rápidos, con velocidad, que se atreven en el uno contra uno. Y también es un conjunto fiable cuando no tiene el balón.
En Riazor se encontró con un Deportivo muy normalito, que solo fue capaz de crear una ocasión de peligro. Y más que crearla se la encontró, porque Beauvue se aprovechó de una indecisión entre el central y el portero.
Salvo esa opción, apenas inquietó la portería de Pato Guillén. Tuvo bastante posesión de balón, pero sin profundizar. Casi siempre la movían los defensas, sin avanzar, con un juego muy horizontal y muy previsible.
El Compos, en cambio, sí que puso en problemas al rival gracias a esa velocidad y a ese uno contra uno que antes comentaba. Miki y Juampa en las bandas, y Bicho y Josiño por dentro, con la movilidad de Brais Abelenda, sí que hicieron daño, porque son jugadores que desbordan y crean dificultades al adversario.
Soy de los que piensa que al Compos no le va nada mal lo de tener que jugar con un falso nuevo, por las características de su fútbol. Sobre todo fuera de casa. Pero tampoco es una reflexión como una verdad absoluta, porque los partidos tienen distintos momentos, en los que conviene contar con una referencia más clara en punta.
El Compostela se llevó el derbi con un gran partido que le vendrá muy bien para reforzar su trayectoria. Es una pena que no lleve algún punto más en la clasificación, porque ha sumado muchos empates en los que mereció algo más. En todo caso, la campaña es muy buena. Y si consigue avanzar ese pasito más hacia delante, un pasito que ha buscado otras veces y que ha estado muy cerca de darlo, puede escribir una temporada realmente muy buena. En Riazor se llevó los tres puntos porque fue mejor.