El rural

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

07 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Santiago y su comarca están escapando del último parto no solo en Galicia sino en España entera: el mundo rural se está despoblando. Con el enorme poder de atracción de la ciudad y la creación a la brava de polos urbanos (O Milladoiro y Bertamiráns, sobre todo), el rural ha quedado reducido en el suelo compostelano. Por supuesto que existe, por suerte, y con una cierta revalorización que gracias a la autovía se va a extender hacia Arzúa.

Pero como bien dijo José María Aznar, es muy normal que el mundo rural se despueble. Es más: mal iría si no fuese así. Cuando a mediados del siglo pasado el rural compostelano y en general el de todo el país no estaba despoblado, cerca del 50 % de la población activa se dedicaba a la agricultura, y ahora es menos de 10 %.

Súmesele que la generación anterior literalmente echó a sus hijos del duro campo animándolos a buscar un empleo en Finsa, en Televés, en un comercio o de celador. Y ello dejó un amplio espacio para segundas viviendas.

Recuperar el rural —mísero y explotado— de hace 50 o 60 años no solo es una utopía sino mal negocio. Otra cosa es cuidarlo. Por la zona de Fecha casi no saben lo que es cobertura de móvil. En la urbanización orosina de Porto Avieira (mil personas, más que en muchos municipios) Movistar va a tres irreales megas y no tiene intención de ampliar.

Y ese sí que es el caballo de batalla: por mucho que haga por el rural el Concello de Oroso o el de Vedra o el de Mesía, o internet marcha como un tiro o nadie se asentará por esos lares. Porque carreteras tenemos mucho mejores que Suecia o Dinamarca (ya no digamos Gales), por ejemplo, pero si internet va a pedales no hay futuro. Ni en el rural ni en ninguna parte.