El Clínico de Santiago salva hasta un 70 % de los pacientes cardíacos que tienen mayor riesgo de muerte

joel gómez SANTIAGO / LA VOZ

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El cardiólogo José María Garcia Acuña en el Hospital Clínico de Santiago
El cardiólogo José María Garcia Acuña en el Hospital Clínico de Santiago PACO RODRÍGUEZ

Trata cada año a más de 50 supervivientes de un infarto muy grave y a una veintena que superaron una parada cardíaca

06 abr 2022 . Actualizado a las 23:32 h.

La unidad coronaria del CHUS, donde reciben cuidados críticos los pacientes cardíacos ingresados, recibe cada año entre 70 y 80 casos con mayor riesgo de mortalidad: más de 50 son supervivientes de un shock cardiogénico, que ocurre cuando el corazón es incapaz de bombear la cantidad suficiente de sangre que el cuerpo necesita, y es consecuencia sobre todo de un infarto muy grave, que supone una mayor mortalidad; otra veintena son personas que llegan en ambulancia, tras superar una parada cardíaca.

«Estos son los casos más graves, que más tiempo permanecen ingresados y que más recursos consumen. También quienes desarrollan más complicaciones, sobre todo hemorragias e infecciones. Son pacientes muy graves, con una mortalidad entre un 30 y un 50 %. Es habitual que estén sedados mientras permanecen en el hospital», explica el cardiólogo José María García Acuña. La supervivencia alcanza, pues, hasta el 70 % de estos casos más graves.

La unidad coronaria tiene en torno a unos mil ingresos anuales. Estos casos más graves suponen entre el 7 el 8 %: «Muchas veces son jóvenes y es frecuente que terminen necesitando un trasplante de corazón», sostiene García Acuña.

En el CHUS, para conseguir una mayor supervivencia se utilizan sobre todo tres dispositivos. Son comunes en los hospitales de referencia que tratan problemas del corazón de mayor complejidad: el denominado balón de contrapulsación, el Impella, y el dispositivo de circulación extracorpórea con oxigenación de membrana denominado ECMO, por sus siglas en inglés.

Los tres se colocan en una sala de hemodinámica, aunque a veces se precisa un quirófano de cirugía cardíaca, indica este especialista. Contribuyen a que el corazón cumpla su función. Se retiran cuando el paciente mejora y puede salir del hospital. La mayoría permanecen hasta dos semanas.

El balón de contrapulsación es un dispositivo que se coloca en la aorta y se infla y desinfla de forma sincrónica con el corazón; en el CHUS se utilizan entre 30 y 40 al año. Con el Impella se consigue que, una vez instalado, impulse la sangre continuamente desde el ventrículo izquierdo a la aorta, y en el Clínico se utiliza en unos 10 o 12 pacientes al año. El más complejo es el ECMO, que «extrae la sangre del paciente a través de la vena femoral, la lleva a un aparato donde se oxigena, y la bombea de nuevo a través de la arteria femoral a todo el cuerpo. Está demostrando que mejora la supervivencia. En Santiago, se utiliza entre 7 y 10 casos al año; aunque este año ya hemos colocado 4», sostiene García Acuña.

El CHUS abordó la forma de organizar el tratamiento de estos pacientes para conseguir una mayor supervivencia en una reunión a la que invitó algunos de los especialistas de España que tienen mayor experiencia, de hospitales de Bellvitge (Barcelona), La Paz (Madrid) y Salamanca.