Sucedió con la ampliación del CHUS y vuelve a ocurrir con la construcción del edificio de viajeros de la estación del AVE. Santiago tiene un problema con sus equipamientos. Aunque están proyectados para aumentar su capacidad y dar servicio a un mayor número de personas, las administraciones que licitan los proyectos pasan por alto la necesidad de dotarlos de más plazas para el aparcamiento de vehículos. El caso del Clínico es sangrante y sus consecuencias sobradamente conocidas, con esas escenas que se repiten a diario de los coches subidos en las aceras e invadiendo incluso pasos de peatones. La Xunta sostiene aquí que no le compete hacer las infraestructuras que sí está planificando en complejos hospitalarios de otras ciudades. Mientras, Raxoi se enroca en un discurso tibio. Pero todavía con este problema sin solucionar —ni siquiera tiene visos de que vaya a estarlo a medio plazo— ya se está cocinando otro en la intermodal. Y a fuego lento, que no será precisamente porque la diligencia en la tramitación del proyecto del edificio de viajeros no dejara tiempo para reparar en lo que quedará pendiente. Al parecer, el ADIF considera que 369 plazas son suficientes para atender la demanda en el párking de la estación. Es decir, que al AVE, que se supone que incrementará la demanda de la movilidad en tren en cientos de miles de viajeros al año, le sirve la capacidad del aparcamiento actual. Si tiene lógica, es difícil de entender.