Lo de siempre

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

01 may 2023 . Actualizado a las 11:20 h.

La historia de siempre: dos latinos se organizan y crean tres partidos, o sindicatos, o lo que sea. En el mundo jacobeo pasa exactamente igual, y desde los inicios del asociacionismo, allá por finales de los años 80, todo han sido malentendidos, ambiciones y hasta puñaladas. Un mundo donde hay mucho iluminado, mucho reclamante de la autenticidad del peregrino, mucho presumido de haber tratado a Elías Valiña (el cura de O Cebreiro que puso el Camino en el mapa).

El congreso de la Federación Galega de Asociacións de Amigos do Camiño de hace unos días en Ourense volvió a ser otro ejemplo de los «malos rollos» en ese mundillo. Por supuesto, al leer estas líneas todo el mundo se indignará y lo negará, pero después de haber presidido veinte años una entidad jacobea (donde sí éramos un auténtico grupo de amigos) que dejé voluntariamente, no por cuchillada en la espalda, sé de lo que hablo.

Y en Ourense se defenestró a un hombre bueno, reflexivo, sin duda no de esos que van a toda velocidad presumiendo sino de los diésel. Su nombre es Manuel López. En un alarde de dignidad, dimitió.

¿Y qué tiene que ver todo ello con Santiago? Pues mucho. Porque nunca, jamás, ni el concello ni la Xunta podrán suplir la vida que las asociaciones insuflan al Camino. Sin ellas no hay peregrinación, compostelas, albergues llenos ni nada. Y quien esté al frente de la Federación importa. Lo cual no quiere decir que el sucesor de Manuel López lo vaya a hacer mal. Por el bien de esta ciudad y su comarca, el deseo es justo el contrario: que lo haga de sobresaliente. Pero ello no quita que el cainismo se haya instalado, y a lo que se ve desde el principio y para siempre, en el mundo jacobeo. Miserias.