El nombre de Goretti Sanmartín ha quedado escrito desde ayer en la historia de la capital de Galicia por ser la primera mujer, y del BNG, al frente de la alcaldía. La regidora adornó este título con palabras a la altura del momento, cargadas de amor por Santiago, de complicidad con la ciudadanía, de voluntad transformadora, de esperanza en el futuro y de mano tendida a las fuerzas políticas para situar el pleno municipal en el epicentro del diálogo y los acuerdos, precisamente lo que no fue en los últimos cuatro años, de forma que asuntos absolutamente prioritarios para la ciudad siguen pendientes. Esta es la historia que la ciudadanía quiere que Goretti escriba desde ya, pero no lo va a tener nada fácil, con el gobierno más minoritario de la actual etapa democrática, corto en experiencia, y con un PSOE que además de haberle negado el apoyo que daría estabilidad al ejecutivo por la vía de la coalición tripartita, está dividido y resentido contra la propia Goretti, a la que responsabiliza de que proyectos trascendentales para Santiago quedasen en el tintero de Bugallo. Líderes de un gobierno de 8 sobre 25, Goretti Sanmartín y María Rozas tienen muchísimo que remar para que este frágil barco llegue a buen puerto. Urge una buena singladura, en la que no cabe revanchismo ni voracidad de réditos partidarios, sino consensos para el progreso real de la ciudad.