El Compostela cambia la ilusión por la preocupación

SANTIAGO

Sandra Alonso

El proyecto, que arrancó con altas expectativas y pocas objeciones, no coge velocidad de crucero y pierde altura

28 mar 2024 . Actualizado a las 19:39 h.

En el deporte nadie tiene la fórmula del éxito. Tanto hay proyectos modestos que se crecen y rinden por encima de lo esperado cuanto equipos que empiezan en todas las quinielas de favoritos y rinden por debajo de lo esperado. Y esta última tesitura es la que vale para el Compostela, a medio camino entre la zona de promoción de ascenso y la de descenso, envuelto en una dinámica que abre las puertas a la preocupación. Solo en una ocasión fue capaz de encadenar tres victorias seguidas. Ahora está en una racha de dos empates y tres derrotas.

Los fichajes de verano, con mención especial para el de Manu Barreiro, fueron bien recibidos por la afición. Los del mercado de invierno, todos futbolistas con experiencia en la categoría, parecían llamados a darle al equipo el impulso que le estaba faltando para meterse de lleno en la zona noble.

Pero nada ha salido según lo esperado. Y no por inmovilidad. Manel Menéndez fue el elegido para capitanear el proyecto desde el banquillo. Fue fiel a su propuesta. No es un apóstol de la posesión de balón. Prefiere llegar más veces y más rápido al área rival que hacerlo a través de largas combinaciones. Fue destituido en la séptima jornada.

Cogió las riendas Míchel Alonso, y parecía que el equipo quería reaccionar. El técnico ferrolano probó diferentes combinaciones en el once inicial y varios sistemas. Se inclinó por tratar de llevar el peso de los partidos en campo rival, pero aquel fue casi más un deseo que una realidad. Y acabó presentando la dimisión, viendo que el equipo no solo no cogía vuelo sino que estaba perdiendo altura.

Ahora el desafío de dar con la tecla está en mano de Antón Permuy, entrenador que conoce la casa, que venía haciendo una gran campaña en los juveniles y que también estaba integrado en el cuerpo técnico de Míchel Alonso. Empezó con un buen golpe en Cayón. A veces es la mejor manera para tomar nota, y nada más indicado contra la autocomplacencia, si cupiese ese riesgo. En última instancia, los entrenadores están siempre en manos de sus jugadores.

Para la directiva el reto es otro. Esta temporada todavía puede acabar muy bien. O muy mal. O envuelta en un manto insustancial. Pero, cualquiera que sea el devenir del equipo, con este son ya tres cursos seguidos en los que va firmando una trayectoria menguante.