El papa Francisco fue obsequiado con una cruz creada por un orfebre de Santiago

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Alfonso Iglesias recibió sorprendido el encargo de un cardenal de visita en Compostela

21 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo los más veteranos y observadores recordarán que en el local que hace esquina entre las rúas Nova y Xelmírez hubo durante muchos años una cerería. Así fue hasta que, hace más o menos 20 años, Alfonso Iglesias trasladó allí su platería. Alfonso es hijo y nieto de orfebre compostelano y, salvo sorpresa más que inesperada, sobre todo para sí mismo, con él se pondrá fin a una saga familiar dedicada a la orfebrería «desde sempre». No piensa en la jubilación, porque su oficio le gusta y no deja de sorprenderle cada día, y, aunque sabe que ni su hijo ni su hija quieren seguir este trabajo, Alfonso tiene previsto continuar mientras pueda. En sus 50 años como orfebre ha recibido un sinfín de encargos. «Algúns máis raros e outros menos», reconoce. Uno de los últimos que le pareció curioso fue el que le hizo, en enero pasado, «un cardeal arxentino que estaba de visita en Santiago. Veu para algo na Catedral, non sei moi ben a que», recuerda. «Pediume unha cruz para o papa Francisco, porque ía ter unha audiencia en abril e quería regalarlla». Alfonso fue el platero elegido. «Lle falou de min un sacerdote de Vigo, do que tampouco recordo o nome», comenta. El orfebre se puso manos a la obra y creó una cruz de plata en la que gravó a Cristo. «A peza era algo pesada, pero tiña que selo para que o gravado tivera corpo», detalla. Explica que, cuando fueron a buscar el encargo, «preguntáronme se podía facerme unha foto coa cruz para levala de recordo». Lo que no esperaba Alfonso es que, unas semanas después, le llegara una imagen del mismísimo santo padre firmando aquella fotografía y con una breve dedicatoria: «A Alfonso, con mi bendición y pidiéndole que rece por mí. Francisco 22-4-2024». Este cuadro luce en uno de los escaparates interiores del establecimiento. No en los exteriores, porque a Alfonso no le gusta mucho alardear de su trabajo, cuando la realidad es que bien podría hacerlo. «Aquí o ven os amigos e os clientes de sempre», y también los muchos turistas que entran sorprendidos por el trabajo artesanal. «Teño encargos, moitos de xente de Santiago, pero tamén vén xente de fóra e encarga pezas», que viajan a Alemania, Francia y otros muchos lugares donde «aprecian moito o artesanal». Alfonso no presumirá de ello, pero su nombre y su excelente trabajo forman parte ya de las joyas del Vaticano, y todo gracias a un cúmulo de casualidades: un cardenal argentino de visita en Santiago conoce a un sacerdote de Vigo al que le comenta que quiere una pieza de orfebrería de Compostela para llevársela al papa. Da la casualidad de que ese sacerdote de Vigo le recomienda pasarse por la primera platería de la Rúa Nova, entrando desde la Catedral, y así la orfebrería de Santiago entró en el Vaticano.