Montse Díaz, coordinadora de voluntarios de la Oficina de Acogida al Peregrino: «Los peregrinos se derrumban al llegar y necesitan un abrazo»
SANTIAGO
La mayor afluencia de caminantes acentúa el trabajo de los voluntarios en la oficina de acogida de Carretas, desde Semana Santa hasta finales de octubre
25 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El final del Camino supone un cúmulo de emociones para el peregrino, que, en varias ocasiones, necesita a alguien que le escuche. «Aquí viene gente con muchas cargas, que hacen el Camino por enfermedad, por duelo o por crisis de vida», relata la coordinadora de voluntarios de la Oficina de Acogida al Peregrino, Montse Díaz, que ve como los recién llegados «se derrumban y necesitan un abrazo». Escuchar, además de entregar la compostela, es el trabajo de Luis Chávez. Con 68 años, conoce medio mundo, hizo el Camino francés dos veces, los dos portugueses (interior y costa), el epílogo a Fisterra y Muxía, casi todo el Camino del Norte y, desde el 2011, colabora como voluntario todos los años en la oficina de Carretas.
Luis es colombiano, aunque vive en los Estados Unidos. El mes de agosto lo reserva para echar una mano en Santiago, encontrarse con peregrinos y compartir experiencias. ¿El motivo? Le gusta escuchar a la gente. Lo habitual es que los voluntariados, que la coordinadora cuantifica en casi 400 cada año, duren quince días. Sin embargo, en casos como el de Luis o los de personas que vienen de países asiáticos se les ofrece más tiempo. «Este año tuvimos gente de China, es un viaje muy largo y muy costoso», explica Montse. Durante estos años, Luis ha topado con historias singulares, como la de unos conocidos suyos de Colombia. Tal como cuenta, un matrimonio hizo el Camino con sus dos hijos, que habían tenido con parejas anteriores. «Esos hijos, de tratarse, acabaron entablando también un vínculo amoroso. Se casaron, tuvieron un bebé y, a los dos años, en muestra de gratitud por la situación que habían vivido, trajeron a su bebé e hicieron un corto trayecto con él», relata Luis con ilusión. Hasta ahora, su colaboración se limita a la oficina, pero también piensa ser hospitalero.
Son varios los voluntarios que repiten y que coinciden en agosto con Luis. Las estancias se organizan en los meses de invierno, pero ocurren entre Semana Santa y octubre. El resto del año baja la afluencia de peregrinos, por lo que solo acuden, a veces, voluntarios locales. «Normalmente es gente muy formada, con muchos idiomas. Nativos de los Estados Unidos, coreanos o una irlandesa que viven aquí», cuenta Montse, que destaca, además, que la peregrinación de Corea aumenta considerablemente. Lo habitual es que colaboren aquellas personas que ya hicieron el Camino, pero, excepcionalmente, acuden voluntarios con inquietud de servicio, aunque Montse afirma que después hacen el Camino.
La idea de acogida es que los peregrinos tengan a alguien que hable su idioma cuando finalizan su viaje. Así, en Carretas hay salas en las que hablan diferentes lenguas, según la procedencia de los voluntarios. En estos momentos hay estancias en alemán, francés, holandés, inglés y español. La afluencia y el ritmo de trabajo en la Oficina del Peregrino sigue subiendo respecto a la del 2023. A principios de mes, hubo dos días en los que llegaron a la ciudad más de 4.000 personas. Montse Díaz señala que todos llevaron la compostela en el mismo día. Pero eso no es lo relevante para ella: «De verdad, no son las cifras, es acoger, tener esa capacidad de poder acoger y poder escuchar y lo estamos consiguiendo».