La bici gana espacio en las calles de Santiago a falta de usuarios y más seguridad

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Los carriles protegidos dejan paso a los señalizados y compartidos con otros vehículos

15 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Una turista arrastrando su maleta. Un abuelo bajando el colesterol seducido por el firme liso. Y, cada cierto tiempo, un ciclista movido por el ocio y el ejercicio físico más que por la movilidad urbana. Esa es la realidad hasta ahora de los actuales carriles-bici de Santiago, escasos y discontinuos. Pero algo va a cambiar en los próximos meses. Concello y Xunta trabajan cada uno por su lado, pero cuando rematen sus respectivos proyectos se podrá empezar a hablar de una incipiente red ciclista. El Gobierno gallego sigue con las obras para completar una senda que unirá Milladoiro con San Caetano; y Raxoi está metiendo el calzador en la zona norte, en Salgueiriños, Xoán XXIII y Burgo das Nacións.

Este primer avance de la red, innegable si se logra una conexión coherente, no se hace para responder a una demanda real, como ha ocurrido históricamente con los automóviles, sino que busca generar adhesiones a la causa ciclista. El mayor problema es que por imposibilidad física no se están planteando carriles-bici exclusivos y protegidos del resto del tráfico, como sería ideal, sino espacios señalizados y compartidos con otros vehículos, una convivencia que no todos respetan.

«Buscamos esa visión global para a rede para facer da bicicleta unha opción complementaria ao transporte público», explica el concejal de Mobilidade, Xan Duro. El edil tiene fe en esos carriles compartidos, porque aprecia «mellor actitude xeral e respecto» en las zonas limitadas a 20 y 30 kilómetros por hora. Y pone como ejemplo la colaboración con la Universidade para ofrecer veinte unidades eléctricas y conectar ambos campus. Duro comprende que los novatos puedan tener falta de confianza, y por eso se plantea la posibilidad de impulsar la formación entre los vecinos, que deben «coller práctica e coñecer técnicas de condución. Isto non cambia dun día para outro», advierte.

El anuncio de Sánchez

El edil también espera conocer la letra pequeña del anuncio realizado por el presidente del Gobierno esta semana, que comprometió 40 millones para impulsar el uso de la bici. «A liña é acertada, pero a cantidade non semella importante», señala. La mitad de esa partida se destinará a programas de movilidad ya consolidados. Santiago no lo tiene, pero podría ser una oportunidad para reactivarlo, propone.

«Nas zonas limitadas a 20 e 30 hai que adaptar o deseño urbano»

Composcleta, un colectivo con un centenar de socios y algo una década de trayectoria, tiene una doble razón de ser. Por un lado, colaboran, divulgan y sugieren avances para las dos ruedas en Santiago; y, por otro, reivindican y denuncian, como van a hacer el próximo domingo 22 a las 17.30, con una «bicifestación» entre la Alameda y el Obradoiro. Faustino Gómez, su presidente, aprecia «boa vontade» política por apostar por el pedaleo, aunque con unos resultados discretos. «Pasar de representar o 0,5 % dos movementos urbanos a ser un transporte relevante precisa dunha rede homoxénea e integral» que Santiago no tiene. Los carriles existentes están desconectados, son «ineficaces», y algunos socios los denominan «carrís-trampa», porque te llevan a situaciones comprometidas. «Eu prefiro ir por onde van os coches», señala, admitiendo que para sumar nuevos usuarios es necesario mejorar la convivencia. Ve positiva pero «anecdótica» la experiencia entre la USC y el Concello, y admite que los nuevos límites a 20 y 30 han ayudado en general a reducir la velocidad de circulación y el peligro, pero cree que hacen falta algo más que señales: «Hai que adaptar o deseño urbano» para que todos, coches, bicis y peatones, compartan espacio con un éxito que depende de la «sensibilización, a seguridade e a convivencia. Paga a pena», sostiene convencido.

«De luns a venres a xente vai nerviosa no coche, é un perigo»

En la tienda de bicicletas Oliveira, en Conxo, manejan cifras objetivas y de larga trayectoria sobre la lenta implantación del pedaleo como medio de transporte. En los 80, dicen, solo la usaban en carretera los deportistas. De unos años hasta hoy el 80 % de las unidades que venden ya son eléctricas, y las urbanas van ganando peso «pouco a pouco». No es una fiebre, pero las ayudas autonómicas han activado las ventas de unos modelos para los que Oliveira recomienda presupuestar algo más de dos mil euros para adquirir una bici con «un mínimo de calidade».

El experimentado profesional aporta dos claves para la lenta implantación: «No verán ves moito movemento, pero cando empeza a chover...». Ahí Santiago tiene poco remedio. Ve más preocupante la convivencia viaria: «Todo chegará, pero neste momento a cidade non está preparada. Aquí —en referencia a él mismo y a su personal— todos saímos na fin de semana, que son máis tranquilas, pero de luns a venres a xente vai moi nerviosa no coche, é un perigo», señala.