Él creció entre orfebres y a sus 51 años se lanzó a la aventura en solitario de la joyería artesanal en su ciudad natal, Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Santiago Porto (en la foto, junto a Marina) es el orfebre que está detrás de Aurifex, que abrió sus puertas el 18 de septiembre en Compostela. En su establecimiento quiso crear un «ambiente agradable, con un pequeño toque elegante», y una zona de exposición donde muestra las piezas tradicionales que hace su hermano Ángel y el trabajo de corte más moderno que diseña él mismo.
Santiago Porto (en la foto, junto a Marina) es el orfebre que está detrás de Aurifex, que abrió sus puertas el 18 de septiembre en Compostela. En su establecimiento quiso crear un «ambiente agradable, con un pequeño toque elegante», y una zona de exposición donde muestra las piezas tradicionales que hace su hermano Ángel y el trabajo de corte más moderno que diseña él mismo. PACO RODRÍGUEZ

Santiago Porto abrió el mes pasado una nueva tienda en la rúa da Ensinanza, Aurifex

25 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

De pequeño, Santiago Porto Novo veía a su hermano, 10 años mayor que él, labrar todo tipo de joyas y dar forma a los metales preciosos en el bajo de la casa familiar. Este santiagués creció entre orfebres, puesto que además de vivir con uno bajo el mismo techo, tiene también primos y tíos dedicados a este oficio tan ligado a la tradición de la capital gallega. Inevitablemente, desde joven estuvo trasteando con las herramientas y aprendiendo a base de observar, cuenta: «Cuando estudiaba me pasaba muchas tardes viendo lo que hacía mi hermano Ángel y algún verano estuve echándole una mano, haciéndole recados y viendo lo que hacía». Como siempre le interesó el diseño, hizo Delineación y, al acabar el ciclo, «empecé a trabajar con mi hermano, sin contar mucho con vivir de este oficio, aunque era algo que me gustaba. Luego abrió un taller en Bertamiráns [Ames] porque necesitábamos ampliar el espacio. Seguí formándome con él y ampliando mis conocimientos por mi cuenta para intentar avanzar un poquito en otras técnicas, hasta que llegó el covid», relata Santiago.

PACO RODRÍGUEZ

En el confinamiento, explica, «me tuve que reinventar, porque la pandemia afectó a muchísimas personas que nos vimos obligadas a buscar otros caminos. Yo hice algún curso online relacionado con la impresión 3D, entre otras cuestiones. Y, como no veía mucho futuro en lo mío, estudié otra cosa, aunque nunca dejé de hacer mis diseños. Soy protésico dental y ahora tengo dos trabajos, porque tras el covid resurgió la orfebrería en Compostela, cuando volvieron los peregrinos, y surgió la oportunidad de abrir una tienda aprovechando que se quedaba vacío un local que tiene mi suegra. Era una idea que ya llevaba tiempo rondándome la cabeza y, al quedarse libre este verano, me decidí». Así es cómo Santiago, a sus 51 años, se lanzó en solitario a la aventura de la orfebrería en su ciudad natal.

El mes pasado abría su establecimiento en la rúa da Ensinanza, Aurifex (palabra que, en latín, se refiere a la persona que trabaja el metal, «el orfebre primigenio» —destaca el compostelano—). Allí ofrece dos tipos de piezas: «Hay una rama más tradicional, con los pendientes, colgantes y joyas típicas del traje gallego, casi todas hechas por mi hermano, con plata y azabache. Y, además, tengo mi colección, con diseños un poco más actuales, aunque algunos estén inspirados en temas tradicionales, junto con otros inspirados en la naturaleza, la moda o en el art nouveau». Si bien trabaja por encargo con oro, las obras de Santiago Porto son de plata y plata dorada. «La mayoría son para mujer, aunque también hay una parte pequeñita unisex y de hombre», apunta el artesano, al que le gusta que la calidad y sutileza definan su trabajo. «La idea es que la gente se vaya contenta y se vea bien y encuentre variedad, con piezas para el día a día, otras elegantes e incluso más festivas», dice.

PACO RODRÍGUEZ

El proyecto emprendedor de Santiago tuvo una cálida acogida por su familia y seres queridos en la inauguración y aspira en ir dándose a conocer poco a poco y hacerse un nombre en la ciudad. «Mi intención no es solo dedicarnos al peregrino. De hecho, no tenemos las típicas conchas ni cruces típicas, no por devaluar el tema, sino porque buscamos un público más interesado en en un producto tradicional gallego, en piezas pequeñitas o grandes de azabache y en una orfebrería más especial y delicada», indica el propietario de Aurifex. Es consciente de que el trabajo artesanal no pasa por su mejor momento, pero no lo frena porque, «como es algo que me gusta, a mí no me cuesta hacerlo. Este es un oficio que lleva muchas horas, sobre todo cuando se trata de piezas totalmente manuales. Le ponemos mucha pasión para hacerlas. No hay mucho relevo porque después ves que este oficio implica mucho trabajo y, a veces, no se ve recompensado económicamente. Cada vez prevalece más lo rápido y poder lucir muchas cosas distintas todos los días, en vez de tener una pieza un poquito más valiosa y de mayor calidad como antes. Las tendencias de consumo cambiaron en ese sentido», reflexiona.