Dos jesuitas

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

28 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La muerte del filósofo jesuita Gustavo Gutiérrez, a los 96 años y acaecida hace unos días en su Lima natal, mereció unas cuantas líneas en los medios, no en vano él fue el inspirador de una de las corrientes de pensamiento más importantes de la segunda mitad del siglo XX, la teología de la liberación. Acusado de marxista por centrarse en los pobres y denunciar su situación, el Vaticano acabó por reconocer su aporte, y tanto el papa actual como el anterior lo recibieron.

Ello trajo a memoria de quien escribe estas líneas la entrevista que le hice a otro jesuita, este vasco y que acabó siendo asesinado a tiros en El Salvador junto con otros compañeros, su cocinera y la hija adolescente de esta: Ignacio Ellacuría. Se la hice en Santiago, y es, salvo error, la última que concedió en vida. Me da la impresión de que si Ellacuría viviera hoy condenaría sin ambages las masacres diarias que el sionismo (que no todos los israelíes ni mucho menos todos los judíos) comete en Palestina.

Lo que resulta hasta curioso es que personas como ellas no dejen huella en la ciudad ni por supuesto en sus aledaños. Hay una razón de edad con relación a los universitarios, claro está, pero en las tierras compostelanas no todo el mundo tiene tan solo veinte años. Quizás sea porque desde Boqueixón a Mesía a nadie le interesa el destino de los pobres de Guatemala o Bolivia, o quizás porque con la sobreabundancia de bienes materiales desde Santa Comba a Padrón más de un cerebro se ha atrofiado, sea escrito con total respeto.

Y es que igual hay que mirarse menos el ombligo, abrir de verdad los ojos y enterarse de qué pasa por ahí fuera. Y, de paso, comparar su miseria con la riqueza de esta comarca.