El arte y la luz del anime de Tadahiko Horiguchi unen Santiago, Palestina y Japón

emma araújo SANTIAGO

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

El claustro del Colexio de Fonseca acoge una exposición con 28 obras del artista japonés

21 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El arte es uno de las cosas que no entiende de fronteras y diferencia al ser humano. Por eso no resulta nada extraño que un espacio tan emblemático como el claustro del Colexio de Fonseca sea el lugar cuidadosamente elegido para una exposición que conecta física y emocionalmente Santiago, Japón y Palestina. Esto es posible con la muestra «A orixe do anime na mirada de Tadahiko Horiguchi», promovida por la cátedra USC-Araguaney para o Diálogo entre Culturas. Literalmente, la apertura de la exposición se convirtió en un intercambio de ideas y deseos escenificado por el rector de la USC, Antonio López; el presidente de honor de la fundación, Ghaleb Jaber Ibrahim; el propio artista Tadahiko Horiguchi y el cineasta Ryosuke Takahashi, con una estrecha relación de amistad y de trabajo con el pintor. Antonio López destacó en su discurso inaugural la conexión solar y espiritual entre Santiago y Galicia con Japón, mientras que Ghaleb Jaber Ibrahim aprovechó el acto para pedir «más arte, más cultura y menos guerras», una frase que arrancó el aplauso de todos los asistentes a la inauguración. Tadahiko Horiguchi intervino por videoconferencia e invitó conocer sus obras, que calificó como sus propios «hijos», señalando que «sería para mí la mayor alegría si alguna de ellas logra tocar sus corazones».

La exposición, abierta hasta finales de febrero, está formada por 28 obras cargadas de simbolismo y color agrupadas por temáticas. Un de ellas es la naturaleza, con montañas, caminos y ríos con una técnica pictórica que recuerda a texturas tridimensionales. Las ciudades como Osaka tienen su propio espacio, con abigarrados edificios tanto de día como de noche y sin que en este último caso la luz natural pierda protagonismo, sino todo lo contrario. El amanecer y la noche, junto al budismo, la infancia y los animales tienen destacada presencia, sin olvidar la tradición representada por una maiko (aprendiz de geisha) de Kioto.