Dejadez absoluta en la zona vieja de Santiago: las pintadas y la cartelería lo inundan todo
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SANTIAGO
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El mayor foco son los bajos vacíos, pero la degradación ya alcanza a negocios y casas activas pese a las 800 limpiezas realizadas en el 2024
24 feb 2025 . Actualizado a las 10:42 h.Hace solo veinte años una pintada en el casco histórico era noticia por lo que significaba de atentado patrimonial, con independencia de lo que proclamase, así fuera en un muro blanco y ya no digamos si afectaba directamente a la piedra. Hoy el respeto por la propiedad privada y los elementos públicos se puede cifrar: después de 800 intervenciones municipales de limpieza —casi cuatro por cada día laborable— en paredes, hormigón, contenedores y papeleras; y más de cien sobre la piedra, el casco histórico compostelano presenta una de las imágenes más deplorables de las últimas décadas.
La situación solo es comparable a los ríos de orines con los que se encontraban los vecinos hace una década, con la diferencia de que estos se producían por la noche y se concentraban en los fines de semana. Con lluvia o una pasada de las máquinas limpiadoras todo parecía volver a la normalidad. Ahora casi todo el mundo sabe que mear en la zona vieja tiene un precio: hasta 750 euros.
Las pintadas también, pero el efecto disuasorio de las sanciones es mínimo. A la situación que presentan algunas calles del casco histórico contribuye decisivamente la mano pecadora, pero hay responsables solidarios, empezando por los dueños de locales sin actividad, que tienen la obligación de mantener el decoro en sus propiedades. A la imagen de suciedad contribuyen con nombres y apellidos los anunciantes que están utilizando las fachadas, escaparates y puertas, en desuso o activas, para colgar todo tipo de cartelería que, en teoría, solo puede ubicarse en los tablones de anuncios habilitados, evidentemente escasos. Y, por último, está la voluntad del Concello por atajar el problema aplicando sus propias ordenanzas de Publicidade estática e dinámica (2004) y la Convivencia, residuos e limpeza viaria (2008). O poniendo en valor los elementos privados patrimoniales, como hizo la Asociación de Veciños Casco Antigo, que en 1993 editó un celebrado póster reivindicando el valor de treinta puertas de casas de la zona vieja. Una publicación similar a día de hoy rozaría el bochorno.
Claro que es frágil
Es muy cómodo pensar que los problemas del casco histórico son por culpa de los de fuera. Cantan, colapsan las calles, despersonalizan el ambiente y condicionan la economía local. Pero más allá de algunas situaciones condenables y anecdóticas, a pocos turistas se les ve con botes de espray y rotuladores, o con carteles anunciando actividades locales por doquier. Santiago es frágil, pero también los de aquí lo rompemos un poco.