De artesano a artista urbano: Julio Ferreiro convierte A Espiñeira en identidad de barrio

Por Manolo Fraga SANTIAGO / LA VOZ

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MANOLO FRAGA

«Llevo cinco años y no pararé mientras el cuerpo aguante. Tras los recelos iniciales, ahora la gente me anima», explica

27 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Empezó un buen día y cinco años después no puede parar. Julio Ferreiro es un vecino de la calle A Espiñeira cuya mirada se daba de bruces con el murallón que eleva la cota de la travesía del Politécnico y el imponente hotel Peregrino. Tan incómoda penitencia lo llevó a imaginar una visión estimulante que le alegrase el día. Tras darle vueltas al magín, Ferreiro empezó a tapar la pared gris con azulejos reciclados, cortados y enteros, hasta convertirla en un mural de todos los colores. Y así fue cómo nacieron As Marías de Santa Marta, a imitación de las originales de la Alameda, creación del recientemente fallecido César Lombera. Las baldosas florecidas alumbraron otros motivos santiagueses como la Catedral, el Botafumeiro y elementos del Camino, y figuras reconocibles como las de Castelao y Rosalía de Castro. El artesano convertido en artista plantó en el telón coral un guiño de su juventud musical. Quiso hacer un homenaje a la legendaria banda de rock que cantaba en gallego y grabó un disco en 1978, NHU (Una Hermosa Noche, leído al revés). Él llevaba la percusión y su hermano Xosé, la batería, que es al que optó por representar en el lienzo. Lo cierto es que, a su calle, Julio le entregó un par de años y 6.000 euros de su bolsillo, cuyas facturas dice conservar. En la tarea usa un par de martillos, la espátula y una masa de cemento y cola blanca. «Tapo todo el cemento que puedo, pero la piedra la respeto siempre». Ahora que las peregrinas ya asoman por este tramo urbano de la ruta portuguesa, Julio se afana en completar la decoración de las escaleras pegadas al colegio A Milagrosa: «Está dividida en cuatro grupos, uno de siete peldaños, dos de nueve y uno de trece. He bautizado la escalera con el nombre del barrio, Santa Marta. La verdad es que le dedico bastantes horas a esto. No vengo los días que llueve. Llevo cinco años y no pienso parar mientras el cuerpo aguante. Soy muy activo, estoy jubilado y para mí es un entretenimiento gratificante. Tras los recelos iniciales, ahora la gente me saluda y me anima». Esta tarde, el centro que dirige Luis Regueiro lo acaba de invitar a un colacao en el bar que abrió enfrente, en cuya fachada hizo un dromedario a petición de la hostelera, Ilham El Kartit. Entre tanto, los escolares le dicen al pasar: «Mucho trabajas, don Julio. Siempre trabajas mucho». Y don Julio es feliz.