Un respeto

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

24 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En Suiza se celebran muchos referendos; suele ganar la postura del Gobierno. En Dinamarca o Finlandia, una vez adoptada una decisión se respeta sin más, porque es el Gobierno. En España se forma una coalición y la preside Perro Sánchez, y salimos con esa enorme ofensa a la víctimas de ETA que es «que te vote Txapote». Aquí el Gobierno importa un bledo. Y eso se incrustó en el ADN del personal y se ha trasladado a la escala más baja, a los ayuntamientos. La comarca compostelana en absoluto es ajena a ello, y haga lo que haga el alcalde no es que esté bien o mal, es que si es de los míos aplaudo con las orejas, y si es de los otros no para de meter la pata y amolar a la gente.

La cosa llega a niveles tan ridículos como que cierta persona que ocupa una alcaldía en tierras compostelanas es criticada en cenáculos y tertulias de taberna por su orientación sexual. No por lo que haga o no haga por sus convecinos, teniendo que lidiar muchas veces (no siempre, no se ponga nadie nervioso) con funcionarios cuyo rendimiento deja que desear, sino por con quién duerme.

Un respeto. Un respeto al presidente del Gobierno, al de la Xunta, al de la Diputación y al alcalde. Han sido elegidos limpiamente, y eso va a misa. Es el momento de recordar la lejana guerra de las islas Malvinas (1982), invadidas por Argentina y contra la que mandó Margaret Thatcher (primera ministra británica) su flota, que las reconquistó. Se contó entonces la anécdota de que un alto militar se opuso decididamente a ir a combatir al Atlántico Sur. Thatcher, mujer de armas tomar, le replicó más o menos esto: «Si usted no está de acuerdo conmigo, acuérdese de no votarme en las siguientes elecciones». Pues eso.