
La última oleada de inmigrantes trasciende a la hostelería y emprende negocios por y para extranjeros con productos importados; la mayoría se ubican entre la praza Roxa y la de Vigo
29 abr 2025 . Actualizado a las 10:07 h.La inmigración y el retorno han cambiado el Ensanche. Buena parte de los seis mil extranjeros que viven en Compostela se han instalado en las calles que en los años 70 y 80 se habían convertido en territorio casi exclusivamente universitario, entre la praza Roxa y la de Vigo. Los estudiantes, menos, siguen ahí, pero ahora conviven con negocios creados por y para los nuevos compostelanos nacidos en el exterior, con productos de importación que también han transformado las despensas locales.

«Lo que más me gusta es lo mucho que quieren los gallegos a Venezuela»
Es difícil meter más productos en menos espacio. Y, sobre todo, que sean tan diferentes a los que se pueden encontrar en un supermercado español. El Budare Market es una extensión de una tienda ourensana centrada en alimentación con sello venezolano que en Santiago, en la rúa Nova de Abaixo, explota Mónica del Giovani, que tiene sangre gallega, italiana y caribeña. Regresó a España vía Murcia, pero conoció Santiago y «me enamoré de la ciudad. Y lo mejor es lo mucho que quieren los gallegos a Venezuela». No es para menos. Por su local pasan a diario bastantes compatriotas, pero también gallegos retornados que quieren prepararse unas arepas, unas cachapas (tortas de maíz), una cerveza del país o queso venezolano, un orgullo patrio que merece una nevera repleta de distintas variedades. A Mónica, que vive en el casco histórico, le encanta hablar con «gente mayor de aquí» que recuerda los buenos años vividos en la Venezuela esplendorosa del siglo pasado. Ahora reconoce estar un poco preocupada por los robos que está sufriendo el comercio local, «pero es que allá nos robaban con pistolas». La seguridad fue lo que la animó a venir a España, un país en el que paga «muchos impuestos, pero al menos sabes a qué se dedican: ¡Vas al médico y funciona!».

«Estamos toda la familia aquí, Santiago es una buena ciudad para vivir»
Es una de las tiendas más llamativas en la calle Santiago del Estero, muy cerca ya de la praza Roxa. Miao Miao la abrió hace tres años y por su puerta, repleta de flores, van pasando en solo unos minutos compatriotas chinos —«cada vez vienen más», dice—, vecinos de otros países orientales, americanos y también algún local que pregunta por cromos o por tipos de soja. Los lineales de su supermercado están llenos de paquetes con comida típica de su país que adquiere a distribuidores de Madrid. Ella y su familia viven encantados en Compostela, una ciudad «tranquila».

«Cada vez tenemos más clientes gallegos buscando fruta exótica»
En la familia Molina emprender es lo natural. Son colombianos y su negocio más visible es el supermercado que lleva el nombre la mítica playa de Río de Janeiro de Copacabana, que heredaron en su primera tienda de Milladoiro, ya cerrada. Desde hace unos años han puesto los ojos en el Ensanche compostelano y no paran de abrir negocios. Johan está en la tienda de la rúa Nova de Abaixo, mientras que en la perpendicular han abierto una panadería llamada Los Recuerdos y que tiene productos típicos de Colombia. Además, en el 2023, su padre también abrió Mi Bodegón Latino, en el mismo local que ocupó durante décadas el Gonzaba y donde todos los platos tienen sabor sudamericano. La clientela, en cambio, es variada en todos sus negocios. «Cada vez tenemos más clientes gallegos que vienen buscando frutas exóticas. Les llaman mucho la atención los aguacates», explica el de Bogotá, que hace concesiones en sus estanterías a productos de Perú, Venezuela o Ecuador. «Cada una o dos semanas vamos a buscar la mercancía a Madrid», explica.

«Tenemos productos de Corea, Taiwán o Japón, y por supuesto, de China»
Zhujin llegó hace treinta años a España, así que su historia tiene poco que ver con la de otros colegas de la calle que han emprendido tras la pandemia. Su supermercado de la rúa Nova de Abaixo se llama Asia, aunque eso solo lo saben los que sepan leer los caracteres chinos. Lleva trabajando veinte años en Santiago, seis con el local en el que hay otros productos de oportunidad reconocibles para los locales, pero su resistencia se cimenta en las tres estanterías con alimentos envasados que proceden de China, Taiwán, Corea o Japón, explica con un español muy limitado que no le impide vender con fluidez.

«La gente que confía nos manda dinero por bizum para enviar a sus países»
En el Ensanche hay un par de negocios de envío de dinero que son una referencia para los vecinos extranjeros que ayudan a los suyos allá donde estén. Uno de ellos es Remesas Familiares, en la calle Santiago de Chile, que lleva abierto ocho años. Aquí trabaja Lidiane Silva, brasileña de Sao Paulo, que combina esta actividad con la venta de productos gastronómicos y bebidas muy populares entre los latinos. Tienen clientes de toda la comarca, y los que ya se han ganado su confianza hasta les envían dinero por bizum para que estos se lo envíen a la familia. Desde hace poco también son un punto Nickel, la fórmula de pago con tarjeta que no requiere cuenta bancaria. Vive feliz en Santiago desde hace siete años, pero le sobra «el frío y la lluvia».

«Es muy importante que vengan con toda su documentación»
Santiago cuenta en la céntrica e histórica Praza de Mazarelos con una de las oficinas integrales de la Xunta de el asesoramiento para el retorno de gallegos que en su día emigraron a cualquier país del mundo y que ahora quieren volver, así como para descendientes de emigrantes que quieren iniciar aquí una nueva vida.
Pilar Lence Arrojo es la coordinadora de este servicio en Santiago, adscrito a la Secretaría Xeral da Emigración, que para su sede compostelana cuenta con una plantilla de cinco personas, necesarias para atender la elevada demanda de información.
La Xunta busca en la comunidad emigrante lo que la demografía propia no le aporta, por lo que las personas con ascendencia gallega pueden optar a distintos programas de ayuda. Y es para estos casos cuando tienen que demostrar de alguna forma que tienen orígenes gallegos.
La mayoría de las solicitudes que tramitan en Santiago proceden de emigrantes o descendientes con orígenes al otro lado del Atlántico, sobre todo Cuba, Argentina y Venezuela, mientras que en el caso de Europa destaca Reino Unido. Buena parte, confirma la coordinadora de la oficina de Santiago, son personas en edad laboral y familias «que quieren darle a sus hijos unas posibilidades distintas». También abundan «nacidos en Galicia que quieren retornar cuando les ha llegado la edad de la jubilación», añade Lence.
Una vez aquí, los perfiles laborales son muy diversos, «con mujeres que trabajan en servicios de cuidados a domicilio, personas que dan el relevo a negocios que no hay quien los atienda y, por ejemplo, los hombres se enfocan mucho hacia la ganadería o la pesca, con trabajos que se están quedando sin relevo».
El incremento de retornos obedece a la situación económica de los países de procedencia, pero también a que la comunidad con orígenes gallegos no deja de crecer y ya llega a nietos en aquellos países a los que emigraron más gallegos y porque hay interés en conseguir la nacionalidad, ya que esto supone tener un pasaporte de la Unión Europea.
Dependiendo de cada caso, la Xunta dispone de ayudas concretas que les ayudan a iniciar una nueva vida. «Tenemos becas que le permiten estudiar y buscarse un futuro, o el programa Retorna Cualifica Emprego». Pilar Lence destaca que lo habitual es planificarlo todo: «Empezamos nuestro trabajo cuando están organizando el retorno, dándoles apoyo e una información para que vengan con toda la documentación posible. Porque, por ejemplo, si no vienen con los títulos, es muy difícil homologarlos, ya que conseguir desde aquí ese tipo de documentos es muy complicado. Y no podemos olvidarnos de que muchas veces son familias que preparan el cambio de toda una vida, con todo lo que implica».
Un regalo para a nosa cidade
Por Miguel Fernández Blanco
A presencia cada vez máis significativa de poboación procedente doutros países é unha realidade incuestionable en todo o territorio español e en Galicia. Loxicamente en Santiago de Compostela tamén. Os datos son claros: o número de residentes estranxeiros medra de forma notable, chegando case (últimos datos INE) aos 5.500 (un 6,7 % do total). Serían máis se contabilizamos as persoas que viñeron doutros países e que xa dispoñen de nacionalidade española. Ademais hai un número elevado de residentes estranxeiros tamén nos concellos do entorno de Compostela, que como moitos de nós fan a vida na nosa cidade.
Predominan de forma clara as persoas procedentes de América Latina (máis da metade do total), o que facilita moito os procesos de convivencia intercultural, con notable presencia do colectivo venezolano (máis de 650), seguido de Colombia, Perú ou Brasil. Entre os europeos, lóxicamente os portugueses, e doutras procedencias, salientan as persoas de nacionalidade marroquina ou chinesa con entorno a 250 persoas residentes.
Por outra banda, fronte aos novos/vellos discursos racistas, a maior parte destas persoas son adultas, en idade e condición de traballar. Sabemos tamén que normalmente son familias que teñen máis crianzas e son moi poucas as persoas maiores (só o 7 % das persoas estranxeiras residentes en Galicia teñen máis de 65 anos). Polo tanto non presionan o noso sistema sanitario (en canto lles deixan aportan profesionais ao sector) e teñen moito máis complicado, que os que somos de aquí, acceder a axudas e prestacións sociais, cando as precisan. Compre incidir nesta cuestión, porque moitas veces trasládase a imaxe falsa, de que reciben moitas axudas e isto non é certo. Ao revés neste campo, como noutros, teñen menos dereitos que as persoas de nacionalidade española ou que os comunitarios.
Máis ala dos datos, o relevante é a aportación que supoñen en diferentes ámbitos. A nivel económico e laboral, dende a nosa experiencia, son absolutamente imprescindibles en sectores tan relevantes na nosa cidade como a hostelería ou o comercio. Predominantes no cada vez máis importante sector dos coidados, e son a inmensa maioría das empregadas de fogar. Ocupan, e sempre que dicimos isto cometemos una inxustiza, os traballos que normalmente as persoas de aquí non queremos desenvolver. Pero ademáis representan tamén un importante aporte no mantemento de negocios de hostelería e doutros sectores que estarían, estiveron, pechados senon fora polo seu espírito emprendedor. Nese sentido supoñen tamén vida e posibilidades para os nosos barrios.
Sería maior a aportación, se un grupo destas persoas, que se atopan en situación de irregularidade administrativa, pudieran acceder a súa regularización e gozar dos dereitos que lles corresponden. Evitaríamos situacións de explotación laboral e tamén de explotación residencial, que impide a estas persoas, moito máis que ao resto de cidadás, acceder a unha vivenda (habitación) decente, convertido xa no principal problema social do noso país e tamén da nosa cidade.
Pero, a súa aportación vai moito máis aló, son cada vez máis relevantes a nivel social e cultural participando en asociacións veciñais, culturais ou deportivas. Forman parte tamén cada vez con máis intensidade do potente sector cultural de Compostela. Colaboran e impulsan o mantemento dos centros de ensino público, algún deles estivo en perigo de peche , e mesmo nutren e rexuvenecen as nosas parroquias. En definitiva, construen cidade, cada día como veciños e veciñas, coma todas e todos nós.