Santiago retomó su normalidad: hasta la lluvia volvió a caer en O Obradoiro

SANTIAGO






La ciudad recuperó su tradicional simbiosis de universitarios y peregrinos
01 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Vuelta a la rutina. Santiago retomó la normalidad después del inesperado apagón y de su respectiva resaca. Ayer la ciudad volvió a ser la de siempre. Incluso el cielo, que llevaba días despejado, mostró la estampa más compostelana posible: nubes grises, que presagiaban la lluvia que terminaría empapando hasta la última losa de la Praza do Obradoiro. Las dos almas de la capital salieron de nuevo a escena: la universitaria y la peregrina. Aunque no dejaron de llegar en ningún momento, los caminantes llenaron la ciudad con sus abrazos, vítores y fotografías con la Catedral a sus espaldas. Tras sellar la compostelana, volvieron a enfilar el camino de las calles del casco histórico, donde los esperaban hosteleros como Pablo Cabana, del restaurante Marte, que reconoció que, con excepción de problemas con el teléfono e internet, funcionaron a pleno rendimiento. Lo mismo hicieron en La Tita, como reconoció Carlos Suárez: «Normalidad total, pudo haber sido un problema serio, pero por suerte teníamos el pedido previsto para el martes. Al final todo resultó bien».
Quien aún trataba de resolver incidencias era José Antonio Liñares, del hotel Costa Vella, que reconoció que el sistema de reservas y de comunicación todavía no había vuelto a la normalidad. Se encontró con que muchos de los clientes con reserva para esta semana no pudieron llegar a Santiago por el apagón. Su plantilla tuvo que entregarse para que los huéspedes se marcharan con buen sabor de boca: «El lunes, cuando se fueron a cenar, se encontraron con todo cerrado. Tiramos de lo que pudimos: quesos, embutidos, pan sin gluten... Fue lo que había, pero la gente se quedó muy agradecida». La estampa que se llevaron de España quizás no fue la mejor, aunque Liñares cree que «después de momentos de tensión, al ver que resolvimos de la mejor manera posible, se marcharon contentos por el trato recibido».
En los locales del Ensanche, el ritmo pausado de las mañanas, con sus cafés y tostadas, chocó con las cañas más ajetreadas de la media tarde. En la estación intermodal, después de dos días de caos, los trenes volvieron a fluir. Los autobuses ya lo habían hecho con normalidad un día antes. «Estamos trabajando a pleno rendimiento», apuntaron trabajadores del sector de la construcción, que apenas paró, ya que pudo tirar de generadores. En la biblioteca Concepción Arenal, el bullicio de los universitarios regresó. Tocaba ponerse a estudiar después del caos, que convirtieron un festivo de día y medio.