SCQ en crisis

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

Imagen de este diciembre en Lavacolla
Imagen de este diciembre en Lavacolla XOAN A. SOLER

18 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho me temo que a partir de ya vamos a tener que acostumbrarnos a presenciar el declive de la actividad del aeropuerto de Santiago, que hasta el pasado año fue creciendo con paso firme hasta superar los 3,6 millones de pasajeros. Casi siempre iba asociada la comunicación de balances de AENA en Santiago a dos palabras: «Récord histórico». Eso se acabó, y tiene visos de que puede no volver en mucho tiempo, por distintos factores: los del libre mercado, que al fin y al cabo mandan porque nadie puede obligar a una compañía a establecerse o a ampliar servicios en este o aquel aeropuerto, sino que lo hará en función de su rentabilidad respecto a otras terminales más o menos próximas; la transformación del sistema de transportes, por la revolución que supone la competencia del tren, ya que la alta velocidad está ganando por goleada al avión en las preferencias de quienes viajan entre la capital gallega y la española, con la ventaja de los pésimos horarios aéreos; y, en definitiva, porque la intervención pública para hacer valer las potencialidades del sistema —o falta de sistema, en rigor— sigue sin estar y no se le espera: los políticos que hablaban de coordinar los tres aeropuertos, de Galicia como un solo destino con tres terminales que no competirían entre sí sino con Oporto, han dejado, sin mover ni un dedo, que estos grandilocuentes compromisos duerman el sueño de los justos sobre el acomodaticio colchón de las políticas localistas y de los intereses de las aerolíneas. No es una cuestión estadística, como la que veremos el próximo mes, porque Lavacolla sumó artificialmente en mayo del 2024 los pasajeros de Vigo por el cierre de Peinador por obras. La cuestión es que, por mucho que dejemos al Sá Carneiro convertirse en lo que va camino de ser, en verdad el gran aeropuerto de Galicia, al menos para los vuelos internacionales, la crisis de Lavacolla es una señal de alarma con repercusión directa e inmediata en el turismo internacional, que en los últimos tiempos ya era mayoría en los hoteles de la ciudad. ¿O es que alguien puede pensar que los extranjeros que visitan nuestra ciudad tras bajarse de un avión en el Sá Carneiro son solo los peregrinos que llegan a pie por el pujante Camino Portugués desde Oporto?