No tengan ustedes, pacientes vecinos-electores, duda alguna. El horizonte de los comicios locales del 2027 está ya definido y también las hojas de ruta. El barómetro de Sondaxe traza la línea de salida. Había expectación: ¿Cómo percibirán los compostelanos el autodesastre socialista? ¿Convencerá el rostro amable hacia el que pronto supo virar el BNG de Goretti Sanmartín? ¿Habrá tocado techo la voluntad de cambio que representa Borja Verea? A estos grandes interrogantes da respuesta el barómetro del ecuador del mandato municipal, sorprenda o no, junto a la evidencia de las grandes preocupaciones colectivas de los compostelanos, lideradas por el gravísimo problema de la vivienda, que de seguir así, sin las medidas efectivas de choque que requiere, seguramente pasará factura, en la medida que competa porque el desafío, nada sencillo, requiere una acción pactada y urgente entre Concello y Xunta. Los socialistas no deberían autoengañarse con el amable resultado del sondeo, que les vaticina, a día de hoy, la pérdida de un solo concejal respecto a los comicios del 2023 y la recuperación de otro respecto al barómetro de hace justamente un año, cuando se le atribuían cuatro. Mucho va a tener que remar el partido y sacando a escena, más pronto que tarde, a un candidato a la medida del reto que se le presenta si no quiere quedar reducido a la irrelevancia. Y Goretti no puede caer en la autocomplacencia de ser la mejor valorada, pese a un leve retroceso en el último año, ni de que su gobierno suba la nota a 5,1 sobre 10, frente al 4,86 de mayo del 2024. ¿Qué es ilusionante en su gobierno? Su principal valor es haber cogido por los cuernos el toro de prioridades que esbozaron gobiernos precedentes y tirar de voluntad política para ponerlas en marcha, y a ver cómo acaban, pero está muy escaso de proyectos ilusionantes con marca propia. No vale responsabilizar a la Xunta de lo que no termina de salir. Ni a Borja Verea le valdrá esperar que San Caetano le saque las castañas del fuego. El barómetro le avisa de que el roto socialista está lejos de trasvasarle los votos del electorado de centro que necesita para alcanzar los dos concejales que le faltan para la mayoría absoluta, pese al aumento de dos puntos en estimación de voto. Lo rentabiliza el BNG, que ganaría el edil que se deja el PSOE. La batalla está servida.