Limpieza

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

01 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La huelga del servicio de recogida de basura y limpieza de los espacios públicos de Santiago, convocada para comenzar hace nueve días, no llegó a producirse porque se alcanzó un acuerdo en el último momento entre la concesionaria Urbaser y los representantes de sus trabajadores. Aun así, el conflicto tuvo consecuencias, y lo reconoció el propio presidente del comité de empresa al anunciar en La Voz que se tardaría dos o tres días en recuperar la normalidad en el servicio. Es decir, aunque no había comenzado oficialmente la huelga, esta ya era una realidad, como se podía percibir en numerosos puntos de la ciudad, donde se acumulaba la basura junto a los contenedores. Había ya un paro encubierto o, visto del lado de la plantilla, probablemente un cumplimiento estricto de lo establecido en el convenio colectivo que había vencido a finales del pasado año. Desconozco si el presidente del comité calculó mal el tiempo que se tardaría en recuperar la normalidad o si continuó la huelga de celo de los trabajadores del servicio por el hecho de que, pese al acuerdo in extremis, han tenido que realizar importantes cesiones en sus demandas de mejoras laborales. En todo caso, la realidad es que, en este puente de la Ascensión, las calles de la ciudad dieron asco por la acumulación de basura en torno a los contenedores, junto a los portales o depositada de cualquier manera a lo largo de las calles más transitadas. Ayer se mejoró, pero también. Lo que preocupa es, mucho más que la lamentable imagen que ofreció Santiago en estos días de abarrote turístico, la existencia de un problema de fondo en el servicio que ha sido nítidamente percibido por los ciudadanos y que nos transmiten en comentarios cotidianos sobre el estado de la ciudad. El barómetro de Sondaxe publicado el domingo pasado, por tanto, no hace más que constatar la realidad cuando establece como principal motivo de desencanto con la alcaldesa, tras el genérico del incumplimiento de promesas tras dos años de mandato, la mala gestión en cuanto a limpieza y basuras. Un tema este, como tantos otros, en el que no cabe mirar para otro lado y echarle la culpa a la Xunta o a otras administraciones. Lo primero es tener la propia casa limpia y ordenada.