El empuje público y privado saca del coma al barrio de Galeras, que necesitó 25 años para recuperarse de la marcha del hospital

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

El traumático traslado del Xeral hace un cuarto de siglo dejó a la calle sin un pulso ahora recuperado; la zona es más sosegada, tiene viviendas de calidad, un Pombal sin prostitución, un centro de salud, espacios culturales y deportivos renovados y una residencia universitaria que resuelve una gigantesca ruina

14 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Suele decirse que los grandes cambios históricos no se producen de la noche a la mañana. No es el caso del barrio de Galeras, cuyo futuro se fundió a gris oscuro un día muy concreto. El simbólico y delicado traslado de los 285 enfermos ingresados en el Hospital Xeral hacia el Clínico comenzó un 3 de septiembre de 1999, y en cuestión de 72 horas la zona pasó de ser dinámica y pujante a convertirse en un erial. Durante unos meses más se siguieron prestando unos pocos servicios sanitarios, pero ya nada fue lo mismo. La caída fue muy dura, y la recuperación, muy lenta. 25 años después, y tras atravesar su particular crisis, un batacazo inmobiliario y financiero global y una pandemia, Galeras puede declarar el estado de optimismo. De alguna manera, vecinos, comerciantes y hosteleros ven en la reapertura del edificio del viejo Xeral como residencia universitaria la colocación de una pieza fundamental del puzle vital de un barrio que renació gracias a una suma de intervenciones públicas y privadas. Lo más parecido al despertar paulatino de un coma profundo.

PACO RODRÍGUEZ

Residencia universitaria

La salida del hospital en 1999 agitó un intenso debate sobre el futuro del inmueble, del que solo sobrevivió una parte. Entonces, los vecinos, el Concello y la USC estuvieron de acuerdo en que ese suelo debería tener un destino enfocado al sector sanitario y universitario. La creación de un centro de salud y de una residencia para estudiantes cumple, tarde, aquel deseo compartido. Hubo otros planes anteriores, con cadenas hoteleras interesadas y firmas que incluso llegaron a diseñar un proyecto de cohabitación sénior con servicios comunes. Finalmente ha sido una firma privada, una empresa del gigante Acciona, la que ha reactivado un inmueble pendiente de inauguración oficial, que se producirá en las próximas semanas. La inversión asciende a 10 millones de euros, para acoger a cuatrocientas personas durante el curso.

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La casa das máquinas

La Casa das Máquinas, diseñada por el arquitecto López de Rego en 1919, es una pequeña joya de la arquitectura industrial. Fue propiedad de Fenosa, que se la cedió al Concello de Santiago en el el 2001, en plena depresión de la zona. El año pasado estrenó sus nuevos usos públicos después de una inversión de cerca de medio millón de euros.

La prostitución de O Pombal

Las luces rojas se apagaron en O Pombal. En el extremo más cercano al centro urbano de Galeras, el otrora barrio chino compostelano dejó atrás hace no mucho el último negocio de hostelería vinculado a la prostitución, casi de forma natural. A acelerar esa transformación contribuyó decisivamente el arquitecto José Luis Pereiro, que ubicó allí su estudio y recuperó para el mercado distintos inmuebles.

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Centro de salud

Un ejemplo de la velocidad de las cosas de palacio. En el reparto urbanístico de la gran parcela que ocupaban el Hospital Xeral y su aparcamiento quedó un espacio en manos del Concello en la zona de Entrerríos. Raxoi se lo cedió a la Xunta en el 2009, y el Sergas se tomó su tiempo. A mediados del 2016 se estrenó un demandado centro de salud que da servicio al casco histórico y que alivió la carga en otros ambulatorios de la ciudad.

Viviendas de calidad

Las edificaciones más antiguas de Galeras tenían una calidad discreta. La primera intervención de impacto fue en los años 90, liderada por el premiado constructor Otero Pombo, a través de la firma Galiven, que se hizo con los terrenos que ocupan los bloques exentos de la orilla norte del barrio y también del aparcamiento subterráneo que recorre buena parte de la calle. El estreno del parque, de 30.000 metros cuadrados, coincidió en con la salida del hospital, y ayudóa a aliviar la pena. Después vinieron nuevas urbanizaciones cuyos tiempos manejaron los promotores del suelo liberado, la USC y la desaparecida Caixa Galicia. La primera urbanización que se levantó antes de la crisis del ladrillo llevó la firma de César Portela, que precisamente fue Premio Nacional de Arquitectura en 1999. En un momento más delicado, en el 2011, fue la promotora Arial la que impulsó una cooperativa para construir 81 viviendas que encargó al estudio compostelano Carbajo Barrios, que recibió en el 2017 el reconocimiento del Colexio de Arquitectos como mejor residencial de Galicia.

A la configuración actual de Galeras contribuyeron más firmas de arquitectos y urbanistas de prestigio. El italiano Giorgio Grassi, experto en la intervención en cascos históricos, diseñó el colegio público Raíña Fabiola; y la Xunta le encargó a Manuel Gallego Jorreto —también Premio Nacional de Arquitectura en el 2008— la construcción de la vecina residencia presidencial de Monte Pío, estrenada en el 2002. Entre una y otra actuación queda la finca do Espiño y las peculiares ruinas de su palacete, que son la continuidad natural del parque de Galeras. El Concello de Santiago encargó en el 2006 un proyecto de rehabilitación al arquitecto francés Jean Nouvel. Dos años después este recibió el premio Pritzker, pero el plan acabó naufragando, y sigue pendiente.

Hostelería

El impacto de la salida del hospital de Galeras cobró una dimensión especial en la hostelería. En 1999 había en el barrio treinta negocios, desde bares a cafeterías, pasando por restaurantes. Lo recuerda bien Manuel García, propietario del Don Quijote, que había abierto en 1979 y que llevaba dos décadas de funcionamiento con «moita dependencia» del complejo médico, reconoce. «Pensei que ía levar un disgusto grande, pero coa marcha do hospital fun capaz de chegar a máis clientes», recuerda. Con todo, vio caer a muchos colegas. «Chegamos a ser trinta, no peor momento quedamos sete, e agora somos quince», dice después de repasar uno a uno los que están abiertos desde O Pombal hasta la frontera virtual con Vista Alegre.

XOAN A. SOLER

Servicios públicos

Pero si algo sostuvo el ambiente y cierto dinamismo en el ámbito de Galeras en los peores momentos fueron los servicios públicos. Más allá del complejo deportivo de Santa Isabel —campo de fútbol, pabellón, gimnasio y piscina, ahora en plena rehabilitación— tanto la oficina del Instituto Nacional de la Seguridad Social como los departamentos municipales con atención al público fueron esenciales para mantener el barrio vivo. Allí se encuentran en diferentes ubicaciones el Rexistro, Servizos Sociais, la oficina de gestión de multas o la de la concesionaria Viaqua. Además, la USC mantiene la actividad en la Facultade de Odontoloxía, aunque el edificio es del Concello.

Tirón inmobiliario

«¡Descubre este encantador dúplex en la codiciada zona de Galeras!»; «En la rúa Galeras, una de las zonas más valoradas de Santiago»; «Chalé adosado en una de las mejores zonas de Santiago». Los agentes del mercado inmobiliario no son ajenos a la transformación del barrio y utilizan sus fortalezas para realzar sus activos, que son escasos y con precios que le aguantan el tipo a los de la zona vieja o el Ensanche. Su elevada cotización, más allá de los renovados servicios y la ubicación —encajado entre los dos campus, una atractiva zona verde y el casco histórico— también está determinada por la calidad de la mayoría de sus residenciales comunitarios, en los que en estos momentos apenas hay viviendas en el mercado de alquiler o venta. Esta realidad tiene sus consecuencias: a día de hoy, los pisos familiares están por encima de los mil euros, y los apartamentos rondan los 700.

SANDRA ALONSO

José Canedo, dirigente vecinal de Galeras en 1999: «Cando marchou o hospital alí quedaron ratas como cabalos»

Jose Canedo lleva nueve años viviendo en Canarias. Al teléfono y en cuestión de segundos retoma el gallego y se lanza a recordar su intenso paso por la vida compostelana. Nacido en Val do Dubra, su familia regentó desde 1971 un negocio en el barrio de Galeras que llevaba el nombre de su municipio natal. Él fue cartero por oposición, se puso la corbata para trabajar durante unos años en Caja Postal y acabó paladeando los sinsabores de la política en erráticas formaciones como UPyD o Ciudadanos, de la que llegó a ser un referente a nivel gallego. Pero si por algo se hizo popular en Santiago, además de por el reparto de cartas, fue por su defensa a ultranza de Galeras. Arrancó su activismo reclamando el parque, y se intensificó en 1999 con la marcha del hospital y su parcial demolición: «Alí quedaron ratas como cabalos» que andaban por suelos donde poco antes hubiera un servicio de radiología. El mismo que atraía a pacientes de zonas de Galicia que se quedaban a pasar unos días para su tratamiento de quimioterapia en la zona de Galeras, dinamizando la economía.

«Foron uns anos horribles, un golpe durísimo. Moita xente perdeu moita pasta. A facturación do noso bar foi a cero, unha ruína», recuerda, al tiempo que justifica algunos cortes de tráfico y manifestaciones. Fueron tiempos de muchas reuniones a varias bandas, porque en el barrio se concentraban los intereses del Concello y de la Universidade, que se quedó con buena parte de los terrenos y tenía en su mano decidir su destino. Pronto consiguieron centrar el debate para lograr, mucho tiempo después, que aquel terreno acabase teniendo usos sanitarios y universitarios.

Cree que a nivel residencial se hicieron las cosas bien, pero lamenta todos los años en los que el viejo edificio sobre el que girara la vida del barrio fue una ruina que bien podría haber acogido «un hospital de longa estancia ou un centro de día», como proponían. En una de sus últimas visitas a Santiago, al ver que las obras de la residencia universitaria iban adelante, dijo: «¡Por fin!». Ahora percibe otro barrio. A su juicio, uno de los mejores lugares para vivir en Compostela.

XOAN A. SOLER

José Manuel González, presidente de la actual plataforma vecinal: «O barrio mellorou moito, pero a guinda sería un centro de día»

La propia historia del barrio de Galeras, con momentos muy complicados, sirvió como pegamento para sus vecinos, que siempre se mostraron activos, reivindicativos y ahora agradecidos por el esfuerzo público y privado que ha conseguido sacarlo del golpe recibido en el cambio de milenio. José Manuel González está al frente de un colectivo «nada presidencialista» y, reconociendo que «mellorou moito», tiene todavía batallas pendientes de resolver. La apertura de la residencia en el antiguo hospital es bien recibida, pero con matices, porque una de las aspiraciones del barrio era que, al margen de que pudiera tener distintos usos, el edificio acogiera un centro de día, «sería a guinda». González cree que este servicio para mayores trascendería a la zona y daría un buen servicio a un barrio con población envejecida como es el casco histórico, siguiendo el razonamiento que llevó al Sergas a ubicar el centro de salud en una parcela en Entrerríos. No descarta otros emplazamientos.

Recientemente el comercio ha sido víctima de robos, pero el representante vecinal enmarca esos hechos en una situación puntual provocada por una persona concreta con problemas de adicciones. En todo caso, sí se aprovechó para pedir una iluminación pública más segura.

González también hace mención al tráfico. El arreglo de la subida desde O Pombal y la propia calle de Galeras son muy recientes, pero considera que la circulación de vehículos sigue siendo intensa, por el movimiento local y el que se dirige hacia la carretera de Santa Comba. «É o peche natural do periférico», sostiene.

A Nosa Terra (Cedida. Alvarellos)

La zona fue la gran lavandería de Santiago, y en breve abrirá un negocio autoservicio del ramo

Antes de llenarse de médicos y pacientes en el siglo XX, el pasado de Galeras estuvo condicionado por su cercanía al casco histórico y sus amplias áreas naturales entre los ríos Corgo y Sarela. El agua marcó la vocación de esta zona de la ciudad hasta el punto de que llegó a concentrar buena parte de las curtidurías y molinos que daban servicio a la urbe. La superficie más llana, en el entorno del actual parque, se convirtió en un espacio propicio para lavar grandes piezas textiles en los escasos días soleados de Compostela. Allí iban las mujeres —hay constancia gráfica de la actividad y nunca aparecen hombres— a fregar las sábanas de las familias pudientes del casco histórico, así como las del antiguo cuartel de Vista Alegre o las del Hospital Real, el actual Hostal dos Reis Católicos.

GARRIDO

Curiosamente, el próximo negocio que va a abrir en Galeras será una lavandería, aunque ahora serán las máquinas las que hagan el trabajo y los propios clientes, ya que la apertura la promueve una conocida cadena local que ya cuenta con numerosos centros en Galicia. El bajo estuvo ocupado anteriormente por una tienda de productos gastronómicos, y también tuvo pasado hostelero.

En el espíritu industrial de la zona de Galeras también pesó la cercana presencia de Fundiciones Franco, en Oblatas, y más visible aún a día de hoy es la Fábrica da Luz, la actual Casa das Máquinas. Esos usos energéticos perviven a través del edificio de oficinas corporativas de Naturgy (antes de Fenosa), que bien merecerían un replanteamiento estético y de optimización de unos espacios que ahora desentonan con el perfil residencial y de servicios del barrio.