¿Un horario que permita tener vida después del trabajo? «Pensei que ía molestar aos clientes, e para nada»

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Rubén, José Ramón y Carla en la tienda agrícola Labralia, en Bertamiráns.
Rubén, José Ramón y Carla en la tienda agrícola Labralia, en Bertamiráns. SANDRA ALONSO

José Ramón Fernández, un pequeño empresario de Ames, confiesa que se perdió media infancia de sus hijas por la jornada partida y hoy él da un paso clave para favorecer la conciliación de la vida laboral y personal entre su plantilla

16 sep 2025 . Actualizado a las 10:20 h.

«Antes todo era traballar e traballar...», dice José Ramón Fernández González. Representa a una generación que apenas conjugaba el verbo conciliar, entre cuyas prioridades no estaba tener tiempo libre ni el desarrollo más allá de lo laboral. Su historia es la de muchos pequeños empresarios, autónomos, que sacaron adelante sus negocios a base de renunciar a prácticamente todo lo demás. «Eran outros tempos. Eu realmente non puiden desfrutar das miñas fillas cando eran máis pequenas. Co traballo érame imposible. Perdín de velas crecer e gran parte da súa infancia. Tiñan as actividades todas pola tarde e ía a súa nai con elas: a baloncesto, ximnasia...», recuerda un hombre que se crio en Laraño (Santiago), aunque es vecino desde hace más de 30 años de O Milladoiro (Ames) y dueño de un negocio en este mismo concello.

Fundó la tienda agrícola Labralia en el 2004. «Empecei traballando eu só aquí e, nos inicios, abría incluso os sábados pola tarde. Comecei vendendo, sobre todo, pensos para animais de granxa e de compañía. Máis tarde, metémonos tamén no mercado da ferraxería e hoxe temos un pouquiño de todo, dende potas e tixolas ata robots para cortar o céspede», explica José Ramón, quien actualmente da empleo a su hija pequeña, Carla, y a Rubén, otro joven que no ha cumplido aún los 30 años. Ellos fueron quienes le sugirieron pasar de un horario partido, que apenas les permitía tener vida después de trabajar, a uno continuo. Es decir, ahora no cierran al mediodía y acaban su jornada a las 17.30 horas, en vez de a las 20.00.

Confiesa el propietario del establecimiento que cedió al cambio con cierto miedo a perder clientela y que terminase yéndose a la competencia: «Pensei que ía molestarlles, que os incomodaría moito máis, e para nada foi o que pasou. Levamos 15 días co novo horario e a xente está respondendo ben: dinnos que fixemos ben buscando unha fórmula para poder conciliar mellor a vida laboral e a persoal. Algúns incluso o agradecen porque tiñan os mesmos horarios cos nosos e agora poden vir cando saen de traballar pola mañá ou antes de empezar pola tarde». Y, a nivel interno, añade, «son dos que pensa que ter ao equipo contento reflíctese na calidade da empresa porque acaban sendo máis produtivos». De hecho, continúa, «antes saías esgotado e desta forma chegas a casa e aínda te pos a investigar as últimas novidades do mercado e dedicas tempo a informarte un pouco máis».

SANDRA ALONSO

Así lo constata también su empleado Rubén Iglesias, un veinteañero santiagués que lleva casi 3 años en Labralia: «Nosotros vendemos un montón de plantas y es algo que siempre me llamó muchísimo la atención, pero no tenía tiempo de cultivarlas para ver lo que vendía sobre el terreno. Ahora puedo dedicarle más tiempo a mi hobby, mi huerta, y a la vez esto me ayuda a mejorar en mi trabajo». En el caso de su jefe, valora poder ir al gimnasio con más calma por las tardes, en vez de verse obligado a madrugar para hacerlo. Además, añade el empleado, «aunque yo no tengo hijos y mi situación es distinta a la de él, con las tardes libres puedes aprovechar incluso para hacer gestiones que antes solo podías realizar cuando librabas. Era hasta difícil ir al banco o a otros establecimientos que coincidían en horario para hacer las compras del día a día». Aunque ahora se organizan por turnos para comer sin dejar desatendida la tienda, José Ramón no descarta habilitar un espacio y «facer unha cociña para poder comer quente».