El casco histórico de Santiago se revuelve contra el plan que admite más locales de ocio nocturno

r. m. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

MARINA FERRADÁS

Las asociaciones vecinales Fonseca y Río Sarela reclaman que se prohíban nuevos establecimientos

21 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los colectivos vecinales del casco histórico están mirando con lupa la revisión puntual del Plan Especial aprobada inicialmente en junio ahora que el Concello ha concluido la fase de notificación personal de esa modificación a todos los titulares de inmuebles del ámbito, lo que les concede un mes para alegar desde la recepción de dicha notificación. Y algunos de ellos ya han cuestionado el artículo que admite la instalación de nuevos establecimientos de ocio nocturno en zonas residenciales.

Aunque cualquier autorización en ese caso sería condicionada a la presentación de un estudio de repercusión que evalúe los efectos del uso pretendido y su afección a los usos característicos de la zona, al menos las asociaciones vecinales Fonseca y Río Sarela (San Lourenzo) ya han dejado claro que alegarán. E invitan a sus asociados a hacerlo también. Entienden que no debe abrirse esa puerta, ni aunque sea de forma condicionada. «No ámbito residencial ese debe ser un uso prohibido, non condicionado», dice Roberto Almuíña, presidente de Fonseca. Y lo suscribe Jon Brokenbrow, de San Lourenzo, quien lo dejó claro ya en la reunión que el edil de Urbanismo, Iago Lestegás (BNG), convocó recientemente con la decena de colectivos vecinales del casco histórico. Brokenbrow recela además de la aplicación de los criterios para resolver las posibles autorizaciones condicionadas.

«Se se prohiben os hoteis e as tendas de recordos, cal é a razón para non prohibir os de ocio nocturno», que «teñen impacto» en el descanso de los residentes, se pregunta Almuíña, quien defiende que la incompatibilidad de uso del ocio nocturno con el residencial debe ser un elemento «básico» a considerar. «As actividades molestas non poden convivir co uso residencial», dice el presidente vecinal, que rechaza las explicaciones aportadas por el Concello en dicha reunión de que no se pueden prohibir establecimientos de ocio nocturno por directivas europeas, «pola liberdade de establecementos». Pero sí se pueden prohibir más locales de suvenires, cuestiona Almuíña, que anima a los vecinos a alegar, al igual que Jon Brokenbrow, quien sostiene que el BNG, en vez de buscar soluciones para las zonas residenciales que sufren los inconvenientes del ocio nocturno «solo busca salidas para que las discotecas puedan seguir» implantándose.

«Nos hace la vida imposible»

«En lugar de protegernos, solo nos hace la vida imposible», refiere el presidente de la asociación Río Sarela, de San Lourenzo, un barrio que se ha puesto de nuevo en alerta ante la reapertura de la sala Malatesta y que ya ha anunciado que se querellará contra el Ayuntamiento por «inacción y omisión del deber».

Como Almuíña, Brokenbrow recuerda que el uso principal en el casco histórico es el residencial y defiende que ese es el que hay que proteger. Y afirma que en esa reunión el gobierno solo ofreció «una visión sesgada de la ciudad desde la perspectiva del BNG», «y este no es un tema político, sino social: solo queremos vivir en espacios habitables», donde los inconvenientes que genera o se generan en torno a la actividad del ocio nocturno no afecten a su salud, sostiene.

«Ya están actuando en contra del Plan Especial del 2008», dice Brokenbrow, y «con el nuevo tememos que pretendan autorizar aún más locales». Reclama que «se mantenga y respete el plan del 2008» y «rechazamos totalmente la idea de combinar la compatibilidad de las zonas de ocio con las residenciales», porque «son incompatibles», dijo, confrontando la defensa de esa compatibilidad que hizo Lestegás el lunes, expone.

Demandan proporcionalidad de las terrazas con el local y con el espacio público

Fonseca se plantea impulsar alegaciones en otras cuestiones, como algunas referidas al ocio y la restauración. «En Santiago hai moitos en sotos, e dende o punto de vista da seguridade, iso é un problema». Pero también entienden que las terrazas de hostelería deben de tener una relación con la superficie del local, así como un espacio donde almacenar tanto los productos como el mobiliario. Esta última es una cuestión que ya recoge la ordenanza municipal que las regula, «pero non se cumpre», afirma Almuíña, quien, ahondando en la proporcionalidad de las terrazas, entiende que no solo deben de ponerse en relación con la superficie del local, sino también en relación con la superficie de los espacios públicos: «O que non pode ser é que se peonalicen as cidades para que o espazo que se libera pase a ser ocupado polas terrazas para beneficio duns señores particulares: ten que haber unha medida e unha medida ademais de relación».