Marta, de 36 años y vecina de Ames, sufre soledad no deseada: «El teléfono nunca suena»

La soledad no deseada es un mal de este tiempo contra el que se empiezan a tomar medidas, especialmente enfocadas hacia las personas mayores. Pero, ¿qué pasa cuando tienes casi cuarenta años y estás sola prácticamente los 365 días del año y las veinticuatro horas? Marta López —es su segundo apellido, porque pide obviar el primero—, tiene la respuesta en sus ojos y la verbaliza con absoluta transparencia.

Marta vive en O Milladoiro (Ames) desde hace tres años. Trabajó en el sector de la limpieza, una opción laboral que suele realizarse en solitario, lo que no ayuda demasiado a tener una agenda social. Originaria de la Costa da Morte, Marta señala que procede de «una familia dispersa y desestructurada de principio a fin». Cuando cumplió 21 años puso tierra y mar por medio y se marchó a Marbella, «pero no encontré trabajo y volví a Galicia para seguir buscándome la vida, y la vida te da otras oportunidades y abre caminos que a veces no tienes otra opción que cogerlos, y lo que tú considerabas que ibas a tener, al final no lo tienes». Y así, «cuando llegan los problemas de salud es cuando ves cómo es tu entorno, porque llega un momento en el que necesitas a las personas que te dicen que están ahí, pero, en realidad, no están», lamenta. 

«El teléfono nunca suena»

En su caso, se percató que estaba sola cuando, relata, «llega un punto que empiezas a llenarte de un vacío que no deja de crecer. Trabajas sola, llegas a casa y estás sola, comes sola, cenas sola, sales a la calle sola, vas a hacer la compra sola, vas a tomarte algo tu sola, el teléfono nunca suena y nunca puedes llamar a nadie en momentos concretos. Hay gente que está encantada con eso, y otra que dice que mejor sola que mal acompañada. Yo lo respeto, pero nadie se imagina todo lo que implica la soledad no deseada. En mi caso, como tuve una infancia de abandono, siempre pensé en que tendría una familia e hijos, pero ahora tengo 36 años y nada de eso se cumplió».

Marta compartió piso durante años, pero, reconoce, «cuando tienes una edad buscas otra cosa y piensas que la vida que quieres puede tardar, y que malo será que con los años no conozcas alguien para compartirla, porque en mi mente siempre estuvo tener hijos y crear mi propia familia, la que yo no tuve, pero ves que eso no llega».

A su edad actual, y tras una depresión de la que se está recuperando, aspira a dejar atrás la soledad «con personas que me aporten, no para salir de fiesta y borrachera porque yo no soy así. No quiero fiesta, busco que prefieran salir a tomar un café, dar un paseo por la naturaleza... Yo quiero salud, estar y vivir sana».

Marta López, con el apoyo de su psicóloga, decidió dar el paso y exponer públicamente un problema que, percibe, es muy común entre jóvenes y adultos de su franja de edad: «Vi en la tele que la soledad entre los jóvenes es tan grande que hasta pagan por tener amistades. A mí no se me ocurrió, pero a veces ya te lo planteas. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero te da tranquilidad, y en este caso te aporta compañía, aunque sepas que estás pagando por un servicio. Pero es que al final tú lo único que intentas rodearte de gente que te aporte cosas, no que te reste».

En un momento dado borró todas sus antiguas redes sociales y tiene otras nuevas «que todavía no estoy usando», aunque cada vez tiene más clara la opción de utilizarlas, especialmente TikTok, para abordar la soledad no deseada: «Yo creo que hay mucha gente que se siente igual que yo y que se verá identificada con lo que pueda decir. Al final, se trata de ayudar, de que la gente vea que no eres tú sola, que somos muchas personas las que estamos intentando encontrar nuestro lugar en una sociedad que cada vez funciona más como si tuvieses un piloto automático».

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