El pontevedrés Andrés Aperador se incorporó como titular a la botica rural, después de ocho años trabajando para la industria farmacéutica en Madrid
22 nov 2025 . Actualizado a las 11:24 h.Andrés Aperador no lleva ni dos meses en Boimorto y ya se tomó más de un café con algún que otro vecino. Lo cuenta como anécdota este pontevedrés de 34 años para ilustrar lo acertado que estuvo en su apuesta por una farmacia rural como la única existente en este municipio que no llega a los 2.000 habitantes. Su elección le permite desarrollar el trabajo en esencia del farmacéutico, y también su vocación. A pesar del poco tiempo que acumula como titular de la botica, «me reafirmo en que tomé la decisión correcta», sostiene para contar que «cada día, ves el impacto directo que tiene la farmacia rural. Somos —explica— personal sanitario prestando un servicio público desde un establecimiento privado con muchas posibilidades de mejorar las prestaciones al paciente».
Aperador desembarcó en Boimorto después de ochos años trabajando en Madrid para la industria farmacéutica en multinacionales americanas como Gilead y Pfizer, en la que ejerció como responsable de producto del área de oncología. Y aunque empleos anteriores en farmacias de Southampton y Londres —en Inglaterra— le aportaron experiencia, prestar servicio en una botica rural «es totalmente diferente», afirma. «Quería retomar los orígenes y regresar a Galicia, pero donde pudiera tener más cercanía y prestar más ayuda a la gente», comenta el farmacéutico, que encontró en Boimorto justo lo que buscaba.
Explica que su «vocación de ayudar, de ser útil» se materializa especialmente en una farmacia rural como la que dirige gracias a la relación directa con el paciente, y también a la colaboración y al trabajo en red con el personal de otros servicios comunitarios como el centro de salud —«está a un minuto caminando desde la farmacia», resalta— y, en el caso particular de Boimorto, con la residencia de la tercera edad. La coordinación entre profesionales «acababa redundando en una mejora del servicio al paciente», señala el farmacéutico, que subraya la importancia del seguimiento personalizado que es posible realizar desde la botica: tanto de valores como el azúcar o la tensión, como de la propia medicación, a través, en casos, de programas como el de los pastilleros, para los que la propia farmacia también actúa «como altavoz para divulgarlos entre la población», reivindica.
La labor que se realiza desde la farmacia es, sostiene, «fundamental» en una población envejecida como la del rural gallego. Por eso Andrés Aperador recibió la bienvenida y el agradecimiento vecinales por boca de la alcaldesa de Boimorto, María Jesús Novo, que lo felicitó por haber apostado por «una farmacia de servicio que igual no resulta tan atractiva entre un amplio abanico laboral con salidas que van un poco en su detrimento». El nuevo farmacéutico de Boimorto da continuidad a una botica con décadas de trayectoria, satisfaciendo las expectativas de su anterior titular, María José Vázquez, que representó la tercera generación al frente del establecimiento. «Es una familia muy ligada al pueblo que no quería dejar desatendida a la gente, por lo que ella buscaba a alguien que diese continuidad a la relación de cercanía y de confianza en el servicio», cuenta Andrés Aperador, reconfortado por la acogida de los vecinos, feliz también por mantener a su lado a las dos empleadas que tenía la anterior titular —«son el alma de la farmacia», dice— e ilusionado con las iniciativas que tiene en mente para avanzar en la labor social de la botica.